Lenguajes Política

Nazis entre nosotros

por Pedro Salmerón Sanginés *

Quizá porque lo prologaba José Vasconcelos y yo aún no conocía del todo la trayectoria del ilustre oaxaqueño, hace más de veinte años leí, con creciente sorpresa, Derrota mundial, de Salvador Borrego E. Ya entonces, su apología de Hitler y del nacionalsocialismo, su rabioso antisemitismo, su negación del holocausto (“holocuento”, dice él), me parecían argumentos de ultratumba. Me sorprendía, sin embargo, la cantidad de ejemplares vendidos de ese libro y otros más sobre la gran-conspiración-judeomasónica y sus fundamentaciones del nazismo criollo. De ultratumba, de otro tiempo me parecían.

De ahí mi sorpresa infinita cuando descubrí que el autor de aquellos increíbles tabiques sigue vivo y activo, muy activo, dando cursos de capacitación política en… sí, adivinó usted, lectora, lector amigo: en el PAN del estado de México (cuyo dirigente ya había hecho explícita su admiración por Adolfo Hitler, Francisco Franco, Gustavo Díaz Ordaz y Augusto Pinochet Ugarte).

La nota es increíble (consúltela aquí). En ella se reporta la manera en que ante un auditorio de connotados panistas, que lo escucharon el 25 de mayo en Metepec, Borrego expuso sus tesis sobre la conspiración citada y la destrucción de occidente que se desprenderá de la “derrota mundial” de los heroicos y “viriles” nazis en la segunda guerra mundial, a menos que hagamos algo para impedirlo. (Quizá ocurra, por ejemplo, la destrucción del holocausto, precedido por la ejecución masiva de comunistas y masones —como no ocurrió bajo el dominio nazi, según Borrego, pues no hubo holocausto sino un “holocuento” inventado por la propaganda judía).

Antifascismo
Antifascismo

Inmediatamente después, Borrego mostró las consecuencias que en México ha tenido o está teniendo esa “derrota mundial”:

Su principal intención es debilitar al pueblo, debilitarlo con todo, como le dije, con drogas, con aborto, con las crisis económicas, con el homosexualismo, que le están dando mucho vuelo a eso; se presentan gobernantes y medios de información ¡como que los están ayudando! Como que los están empujando a eso, porque es un orgullo, y los están empujando a adquirir sida, y con el sida los están llevando a la muerte, y no les importa, porque así debilitan a la juventud.

Bien, me dirán ustedes. Esa es la ultraderecha y dentro del PAN hay sectores de ultraderecha desde su origen, como mostró recientemente Rafael Barajas, El Fisgón (en este brillante ensayo). No nos extrañemos, pues, de este tipo de argumentaciones y sus derivados: antisemtismo y otras variantes de racismo y xenobia, así como la homofobia, la penalización del aborto, la exigencia de la pena de muerte, la intolerancia y la discriminación. O, como dice El Fisgón sobre lo que parece resultar de la raíz nazi de cierta derecha:

la promesa democrática como medio para imponer una visión autoritaria, tradicionalista y clerical, el discurso humanista que encubre la disposición a sacrificar a miles de personas por un fin superior (ya sea acabar con el comunismo, el populismo o las drogas), el recurso de convertir el odio a un enemigo en una causa sagrada (llámese Stalin, Cárdenas, Lombardo Toledano o López Obrador), la idea de que hay grupos humanos inferiores que no tienen derecho alguno (ya sean judíos, chinos, nacos o delincuentes) y la disposición a someterse a las lógicas de un imperio (llámese el Tercer Reich o Washington).

Efectivamente, en entradas anteriores (las dedicadas a Enrique Sada Sandoval y a los monarquistas mexicanos) hemos visto cómo estas actitudes y estas posiciones políticas se complementan con la calumnia y el insulto personal como armas del debate, para el debate. Pero así actúa la ultraderecha y por eso la combatimos.

Lo que es realmente preocupante es que crecientes sectores de la izquierda compartan el antisemitismo y las actitudes homofóbicas y discriminatorias, y empleen sistemáticamente la calumnia (cada vez más atroz) y el insulto (cada vez más prosaico) como elementos clave de cualquier debate. Verdaderamente, creo que habrá que ocuparse en serio del señor Alfredo Jalife-Rahme, prototipo de esa «izquierda».

7 comments on “Nazis entre nosotros

  1. Causa verdadera lástima leer un artículo que de principio está bien fundamentado para que al final caiga en lo mismo que condena. Pareciera que es un pleito personal. ¿O de lavadero?

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    • Guillermo M.

      En otro artículo el Dr. Salmerón explicó y fundamentó su crítica a Jalife-Rahme, te sugiero la busques.

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  2. hay señor si usted aun cree que hay derecha, izquierda y peor aun ultradrecha, eso es un concepto del siglo pasado, actualizese, eso ya no existe, todos los politicos sean de donde sean estan podridos del mismo lado, de poder y corrupcion

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    • Berenice Gaona

      Ay, señor, Arkeley. No es cuestión de fe («… si aún cree que hay derecha o izquierda…») Debería actualizarse con esa ortografía.

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    • No, Arkeley. Izquierda y derecha siguen siendo referentes válidos: los que piensan que hay derechos sociales vs. los que creen que todos los derechos son solo individuales. Lo que pasa es que ADEMÁS hay otras dimensiones, por ejemplo la honestidad. Claro que hay izquierdistas deshonestos. La idea es luchar por una izquierda honesta.

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  3. enrique t

    no entienden estos nazis de huarache ,que ellos serián tambien incinerados por ser prietos

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  4. Pingback: Ultraderecha, periódicos, negocios – El Presente del Pasado

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