Divulgación Lenguajes

Hacer un nuevo mundo… para la divulgación

por Huitzilihuitl Pallares Gutiérrez *

1. En fecha reciente me preguntaron: “¿Crees que Making a New World puede interesar a un público más allá que el de los especialistas y de los alumnos?” Mi respuesta fue inmediata y contundente: “No.”

Making a New World: Founding Capitalism in the Bajío and Spanish North America (Durham: Duke University Press, 2011) es el título del libro más reciente de John Tutino, connotado especialista en la historia de los campesinos de México, que mereció en 2012 el Allan Sharlin Memorial Award otorgado al mejor libro en ciencia social y a principios de este año el Bolton-Johnson Prize al mejor libro publicado en inglés sobre historia de América Latina.

2. En colaboraciones anteriores en este espacio, Carlos Betancourt Cid y Fernando Pérez Montesinos se han dedicado a reflexionar sobre la divulgación del conocimiento histórico. El primero nos propone que aprendamos la forma y corrijamos el fondo de los escritores no académicos que “nos están comiendo el mandado”. El segundo nos invita a comenzar a quebrar el círculo cerrado de la especialización y el elitismo en que se desenvuelve la vida académica de los historiadores. Propuestas más que necesarias en una época en la que —como dijo Eric Hobsbawm— jóvenes, hombres y mujeres, crecemos en una suerte de presente permanente sin relación alguna con el pasado del tiempo en el que vivimos.

Para ambos, la jerga de la profesión y la marcada especialización son dos razones de gran peso en la divulgación. Betancourt Cid dice: “los lectores no se interesan por nuestras investigaciones porque ellas están elaboradas para entenderse solamente entre ‘colegas’ y con motivaciones que a veces se extralimitan de lo que, en sentido estricto, se puede llamar ‘generación de conocimiento’.” Por su parte, Pérez Montesinos menciona que numerosas notas a pie de página no encuentran buena acogida en las editoriales comerciales y que “la especialización, casi por antonomasia, es sinónimo de un número muy limitado de lectores”.

Creo que en sus reflexiones ambos presuponen que la divulgación responde a la misma lógica de la historiografía convencional y que el problema radica, en gran medida,  en el estilo literario con que se presentan los productos historiográficos. Tan es así que se refieren al público como “lectores”. Si los discursos historiográficos no fueran sumamente especializados y cargados de notas a pie, ¿serían un producto de idóneo de divulgación o, mejor aún, despertarían interés en la gente? En otras palabras, ¿los historiadores deben de realizar productos de divulgación pensados sólo para ello o trasladar sus investigaciones a un lenguaje ameno y comprensible?

No se debe olvidar, como dice Álvaro Vázquez Mantecón en uno de los pocos trabajos que conozco sobre el tema, que “hablar de divulgación de la historia a un gran público implica necesariamente hablar de medios masivos de comunicación. Es una historia que transita por canales distintos a la historia convencional académica, y por tanto juega con otras reglas…” (“La divulgación de la historia como problema historiográfico”, en Reflexiones sobre la historiografía contemporánea [México: UAM, 2002], p. 350.)

John Tutino.
John Tutino.

3. La pregunta que me realizaron sobre Making a New World —en un ambiente editorial— era para saber si la obra pude tener un mercado que sobrepase el académico (formado por especialistas, investigadores, docentes y estudiantes). A riesgo de recibir números críticas, creo que una obra como Making a New World no tiene razón de transitar por esos rumbos porque no tiene el propósito llevar contenidos históricos a un público amplio, incluso aquél que consume “alta divulgación”.

Caminar por los espinosos caminos de la divulgación significa hacer frente a numerosos retos desconocidos para el historiador, donde formación y grafías diferentes a las convencionales es sólo uno de ellos. De ahí que darle su justa importancia en los planes de estudio no sea cosa menor.

2 comments on “Hacer un nuevo mundo… para la divulgación

  1. Valiosa inquietud a considerarse.
    Isaac Asimov fue un escritor de ciencia ficción que tuvo un respetable éxito en la difusión de la ciencia y la historia sin ser científico ni historiador. Publicó su Historia Universal Asimov de 14 volúmenes con mapas y cronologías. En México ya no se consiguen sus libros pero su lectura fue muy amena. De pocos libros de profesionales de la historia puede decirse eso, al parecer se toman demasiado en serio.
    Lo importante es que se empiecen a dar cuenta que la vida no esta toda en la Academia.

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  2. Jorge Paredes

    Es que la discusión en torno a la divulgación de la historia debe comenzar en el terreno epistemológico: ¿qué se pretende divulgar, ciencia o literatura? El problema de raíz es que los historiadores profesionales han abandonado las discusiones en torno a la definición de la disciplina -en términos de teoría pero sobre todo de filosofía de la historia-. La «vulgarización» de la historia que promueven personas como Martín Moreno es resultado de la inacción en el terreno de la filosofía de la historia en México, y del aislamiento del círculo académico que se encierra en el más puro convencionalismo (ejemplificado por expresiones como «crítica de fuentes» para diferenciar a la historia «profesional» del amateurismo mal intencionado). Vaya, no es gratuito que precisamente los autores de este segundo grupo sean los más leídos. Esta más que claro que el problema no es sólo de carácter formal o del modo de escribir. Los historiadores profesionales deben regresar a la discusión en torno a su disciplina desde la raíz -con las herramientas de la filosofía de la historia-, cuestionar qué tipo de conocimiento genera -¿es ciencia?-, cuestionar y definir su metodología,cuestionar los modelos de producción de la historiografía, etc. Y hallaran varías respuestas a los desafíos que plantean las historiografías «charlatanas» y a la falta de público. Al final, habrá un terreno fértil -y sobre todo, con más certezas- para la creación de nuevos escenarios de producción y consumo de historiografía.

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