por Wilphen Vázquez Ruiz *
Entre las efemérides del mes de junio está la conmemoración del nacimiento de Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como el Che Guevara cuyo mote le fue dado por Ñico López, compañero de armas durante la revolución cubana. El término obedece a un localismo rioplatense que se emplea para referirse al otro, al interlocutor con quien se entabla una conversación.
La figura de Ernesto Guevara es, por decirlo de una manera sencilla, no menos que asombrosa. Como todo individuo no careció de contradicciones ni estuvo libre de equivocaciones que sin embargo son ampliamente rebasadas por la coherencia que buscó y logró entre lo que pensó debían ser las cosas y las decisiones que tomó para tratar que así lo fueran.
Nacido –oficialmente dado que hay discrepancias en ello- el 14 de junio de 1928, Ernesto Guevara perteneció a una familia cuyos ascendientes llegaron a contarse entre las personas más acaudaladas de la Argentina, habiendo participado en diferentes actividades económicas y que, a pesar de algunos fracasos y los vaivenes propios de la vida, continuaban gozando de una buena posición económica así como de una tradición cercana al liberalismo y con cierto grado de aceptación a las ideas socialistas e incluso feministas. Por ejemplo, su padre –Ernesto Guevara Lynch- ofreció y otorgó cierto apoyo a un grupo de republicanos españoles quienes debieron huir de su país al triunfo de Franco en la Guerra Civil Española. Por otra parte miembros de la familia de su madre y ella misma –Cecilia de la Serna- promovieron ideas progresistas relacionadas con el feminismo. No deja de llamar la atención en ese sentido, el rechazo que la familia tuvo por las ideas peronistas que surgieron en la Argentina de esos días.
Algunas fuentes llegan a mencionar que el propio Ernesto Guevara no sólo manifestaba un rechazo hacia el proyecto político de Juan Domingo Perón, sino que incluso llegó a participar en cierta medida de un movimiento opositor al General Argentino. Sin embargo esto es difícil de aceptar debido a varias circunstancias y hechos. Por una lado está que el propio Ernesto Guevara –entre sus anotaciones personales- señaló que durante su adolescencia no tuvo preocupaciones sociales ni participó en luchas políticas o estudiantiles; por el otro está que ya siendo estudiante de medicina en la Universidad de Buenos Aires –a la que ingresó en 1948-, si bien se mostraba como un entusiasta defensor de las ideas socialistas y comunistas no fue miembro de partido político alguno; también lo está que siendo ya dirigente de combatientes en la Revolución Cubana, Guevara se refería a ellos como “mis descamisados”, en una franca alusión a Eva Perón; y por último está el que aparentemente al final de sus días intentó establecer contacto con el propio Juan Domingo Perón tratando de apoyar el regreso de éste a la Argentina.
Si bien la infancia de Ernesto Guevara resulta un tanto nebulosa, hay una circunstancia que eventualmente mostraría el carácter y determinación que le caracterizaron, esto es una condición asmática que se presentó desde su infancia temprana y que nunca le abandonó, lo mismo que su carácter y determinación para hacer todo lo posible a su alcance para que lo que “era” fuese lo que “debía ser”.
Es así que la biografía de este personaje comienza realmente a llamar la atención en el momento que –interrumpiendo momentáneamente sus estudios en la Universidad- realiza una serie de viajes prácticamente por toda Latinoamérica y que lo ponen en contacto con la mayor miseria a la que podían estar sujetos diversos trabajadores latinoamericanos, ya fueran mineros, jornaleros, obreros o campesinos. Esto sin duda fue un factor clave que definiría en mucho su convicción de que los cambios sociales debían ser provocados y no, sencillamente esperados. Me parece que debido a ello y a las ideas que ya se habían inoculado y desarrollado en su mente, regresó a terminar sus estudios como médico, grado que recibió el 11 de abril de 1953.
Otros viajes le esperaban. En uno de ellos, y conociendo el conflicto que se avecinaba en Guatemala a partir de las reformas sociales que Juan José Arévalo, primero, y Jacobo Arbenz después llevaron a cabo en el país centroamericano algunas de las cuales afectaban de manera decisiva a la United Fruit Company -estadounidense, claro- , Guevara decidió dirigirse a ese país poco antes de que con el apoyo de la administración del presidente estadounidense Dwight Eisenhower, el Coronel Carlos Castillo Armas dirigiera y lograra un golpe de Estado que le dio el poder del país centroamericano. En ese proceso Ernesto Guevara intentó participar como combatiente opositor, sin embargo esto no le fue permitido dada su nacionalidad, por lo que se limitó a ofrecer sus servicios como médico de la resistencia y en el transporte de armas. Tras la caída de Arbenz, Guevara fue capturado y sentenciado a muerte, situación que pudo evadir gracias a la intervención del embajador argentino. Esto no sólo es relevante por haber evitado la ejecución de Guevara, sino porque esto le trajo a México que en aquel entonces en cierta medida era un “refugio” para los disidentes políticos latinoamericanos, en buena medida por cierto ideario heredado de la Revolución Mexicana, lo cual estaba lejos de significar que el régimen del partido oficial fuera neutral con respecto a las actividades que los exiliados y los propios connacionales llevaban a cabo en el país.

Fue en México, donde Guevara conoció a Fidel Castro y a un grupo de correligionarios quienes habían participado en el asalto al Cuartel Moncada –aglutinados en el Movimiento 26 de Julio- y que fueron exiliados de Cuba por Fulgencio Batista. Guevara, con un carácter e ideas maduras e inquebrantables, no tardó en ser aceptado como uno más de los 82 guerrilleros que partieron del Puerto de Tuxpan a fines de noviembre de 1956 con rumbo a la isla caribeña con el fin de continuar el proceso revolucionario.
Tratando de ser breves, diremos que la revolución cubana es una muestra incontrovertible de lo que un grupo por demás reducido de individuos puede lograr cuando les asisten la inteligencia, la razón y las circunstancias históricas. Si bien el desembarco en la isla fue tan accidentado que sólo 20 de los 82 guerrilleros lograron reunirse en la Región de Sierra Maestra, el movimiento cobró tal fuerza que en las primeras horas del 1º de enero de 1959 Fulgencio Batista y su grupo más cercano de colaboradores abandonaron la isla. La revolución –en esta fase- había triunfado y en el camino Fidel Castro otorgó el grado de Comandante a Ernesto Guevara, cargo que sólo ellos dos compartían.
Debe aclararse que al Movimiento 26 de Julio (M-26-J), a pesar de los diferentes grupos que le componían, tenía un perfil nacionalista pero anticomunista también. De hecho, el propio Fidel Castro no se presentó él mismo como un comunista durante las entrevistas que le fueron realizadas en campaña por miembros de la Columbia Broadcasting System (CBS), ni en sus primeros viajes a Estados Unidos. Sin embargo, al triunfo de la Revolución el M-26-J fue drásticamente reorganizado imponiéndose como jefe máximo el Comandante Fidel Castro, desplazando en ello a los sectores más moderados. En esto el gradiente que Ernesto Guevara tuvo sobre Fidel Castro sin duda fue importantísimo, a lo que se sumó el rompimiento de relaciones por parte de los Estados Unidos cuando diferentes compañías de este país se vieron afectadas por el decreto de nacionalización de bienes desarrollado por Ernesto Guevara –que no contemplaba la indemnización para los expropiados-, así como la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos. Esto selló el nuevo carácter de la revolución cubana, socialista ahora, así como el acercamiento a la otrora Unión Soviética y los países bajo su área de influencia. (Damos por sentado el conocimiento de la invasión fallida en Bahía de Cochinos –o Playa Girón-, y la crisis de los misiles de 1962 y el resultado de tales procesos).
A partir de entonces, Ernesto Guevara ocupó una serie de cargos en la reorganización del Estado y Gobierno Cubanos: participó en la elaboración de la ley de Reforma Agraria, en la creación del Instituto Nacional de Reforma Agraria, fue Presidente del Banco Nacional, Ministro de Economía y, finalmente, Ministro de Industria. Puede parecer una broma el que Ernesto Guevara con una formación de médico y un espíritu de guerrillero, terminase siendo Ministro de Industria en un país que prácticamente carecía de ella, pero en realidad no lo es tanto independientemente de que su gestión no haya sido la mejor posible. ¿Por qué? Ante todo Ernesto Guevara tenía la firme convicción de que los países latinoamericanos y del mundo entero en realidad, debían apoyarse mutuamente. Su proyecto de industrialización pretendía ante todo romper la terrible y casi absoluta dependencia de la economía cubana de la producción de azúcar intentando en ello el desarrollo de diversas actividades e industrias que provocaran una sinergia que lograra la industrialización del país, aunque esto sólo pudiera lograrse con el acercamiento a la URSS dado el aislamiento en que terminó la isla.
Si abandonamos un instante esta lectura veremos un ejemplo de algo semejante en México y que fue abandonado, por “ineficiente”, cuando en realidad debió ser recompuesto. Petróleos Mexicanos –hasta antes del régimen de Salinas- aglutinaba una serie de actividades vinculadas con otra serie de empresas también propiedad del Estado. Se dice que el petróleo que era nuestro era de muy mala calidad y es cierto, si sólo se tratara de elaborar gasolinas, empero estas mezclas son de crudo pesado lo que quiere decir que son muy ricas en asfaltenos. Estos son por demás útiles en la producción de energía eléctrica basada en la quema de combustibles; otra característica es que un derivado de su refinación es la obtención de grandes cantidades de azufre, elemento indispensable en la elaboración de fertilizantes. Conocemos ya la historia de Fertimex y del campo mexicano, así que volvamos con Ernesto Guevara.
Cautivado por un sentimiento internacionalista, Guevara pensaba que la experiencia guerrillera debía ser llevada a otras latitudes ya fueran de Asia, África o Latinoamérica, como la única alternativa real de terminar con el imperialismo estadounidense. Esta actitud lo llevó primero a promover y organizar a grupos guerrilleros en varios países latinoamericanos, los cuales, todos, fueron derrotados por los gobiernos locales. En ese contexto Guevara criticó severamente al Partido Comunista Soviético por la política de “coexistencia pacífica” que éste tenía con respecto a la Unión Americana. Eventualmente este hecho inició el fin de una relación “idílica” entre el comandante Guevara y el Comandante en Jefe Fidel Castro.
De cualquier forma, convencido de su papel como revolucionario, Ernesto Guevara apuntó hacia la República Democrática del Congo para, al mando de un contingente de fuerzas cubanas, participar en el movimiento insurgente de ese país ubicado en el centro del Continente Africano, esperando que esto generara una sinergia revolucionaria que incluyera a países vecinos como Guinea y Angola. ¿Cuál fue el resultado? En palabras de Guevara en uno de sus cuadernos: “Esta es la historia de un fracaso”.
Fue aquí cuando el fin de Ernesto Guevara se anunciaba en el horizonte. Debido a su participación y fracaso en el Congo y ante las presiones a las que tuvo que enfrentarse el régimen cubano, en 1965 Fidel Castro hizo pública una carta en la que Guevara renunciaba a todos sus cargos y la nacionalidad cubana que le había sido otorgada, anunciando su partida hacia “nuevos campos de batalla” despidiéndose con la frase “hasta la victoria siempre”. Ernesto, el comandante Che Guevara, no podría regresar a Cuba. Su suerte estaba echada.
Guevara –quien nunca renunció a sus ideas apuntó- hacia Latinoamérica y a un país en el que esperaba que el fracaso del Congo no se repitiera y que la revolución se extendiera por el subcontinente: Bolivia, la cual había tenido un proceso revolucionario en 1952 truncado y sustituido por una dictadura militar. Así entonces, hacia finales de 1966 al mando de 16 cubanos, 26 bolivianos, 3 peruanos y 2 argentinos -47 combatientes en total- Ernesto Guevara y el autodenominado Ejército de Liberación de Bolivia se internaron en ese país contando con secciones de apoyo en Argentina, Chile y Perú, pero sin el del las organizaciones comunistas de ese país ni de los campesinos bolivianos que no vieron en él y en su grupo sino a un grupo de extraños. A diferencia de lo sucedido en el Congo, esta vez Guevara no logró escapar. Tras ser denunciado por campesinos locales, su último enfrentamiento ocurrió el 8 de octubre de 1967, cuando fue herido y hecho prisionero primero, para ser ejecutado unas horas después.
Con el tiempo, en 1997, los restos de Ernesto Guevara –aparentemente- fueron localizados, identificados y trasladados a Cuba en donde actualmente descansan sin que ello borre la traición de la que fue objeto por parte del régimen cubano. Al respecto me muestro escéptico sobre la identidad de los restos que fueron llevados a la isla caribeña al igual que me declaro molesto por la banalización a la que ha sido sujeta la efigie de este personaje único y que es representada en muchas imágenes de la cultura popular.
Enfado me produce el desconocimiento de muchos jóvenes quienes sosteniendo posturas anti sistémicas –no por ello equivocadas- aluden a Ernesto Guevara como una figura a seguir –que innegablemente lo es- pero con un desconocimiento aberrante sobre sus ideas, sus acciones, aciertos y errores, sobre la historia de este individuo que, como muy pocos, guió su vida buscando que las razones del ser obedecieran al “deber ser”.
Por último, prefiero quedarme con la imagen de un Ernesto Che Guevara más bien atemporal e incluso “etérea” de alguna manera y cuyos restos, o mejor pensado, esencia, descansan y residen no en una isla sino en la que consideró su patria primera: Latinoamérica.
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