por César Valdez Chávez *
Mañana, 17 de noviembre, se llevará a cabo la elección presidencial de Chile. La punta de las encuestas la ocupa la ex presidenta Michelle Bachelet (con un 54 por ciento de las preferencias) representante de la coalición Nueva Mayoría que concentra a los partidos de centro izquierda, seguida por Evelyn Matthei (con el 14 por ciento), representante de Alianza, coalición que agrupa a la derecha chilena (Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente). Ambas candidatas son contemporáneas y pasaron muchos días de su niñez jugando en bases militares de la fuerza aérea de Chile. Las periodistas Nancy Castillo y Rocio Montes escribieron Hijas de general: La historia que cruza a Bachelet y Matthei (Santiago de Chile: Catalonia, 2013), para dar cuenta de la intensa relación que hubo entre los padres de las hoy candidatas, los generales Alberto Bachelet y Fernando Matthei, la cual fue disuelta por la fuerza y confrontación dentro de la institución armada el mismo 11 de septiembre de 1973.

Alberto Bachelet sigue siendo un símbolo de la disposición que tuvieron los militares para colaborar con el gobierno socialista de Salvador Allende y un dique en la memoria de los militares reprimidos por defender la legalidad, mientras que Fernando Matthei ha simbolizado el colaboracionismo ciego: fue sucesor de Gustavo Leigh en la comandancia de la fuerza aérea, quien fue “separado” de la junta militar por intentar convencer a Pinochet de organizar elecciones y entregar el poder.
Durante su anterior mandato, Michelle Bachelet fue duramente confrontada por el movimiento estudiantil y la izquierda comunista. Se le acusó, como a sus antecesores, de no lograr un cambio sustancial y ser una más de las “administradoras de las reformas de la dictadura”. (Ciertamente, Bachelet reprimió al movimiento mapuche y contribuyó a la profundización del neoliberalismo.)
¿Qué ha logrado que la figura más emblemática del movimiento estudiantil, Camila Vallejo, y el Partido Comunista de Chile, se hayan alineado con el comando Bachelet? La respuesta puede tener muchas aristas y puntos de vista, pero una revisión rápida del programa de gobierno propuesto por Bachelet nos permite ubicar las tres propuestas “radicales” de Nueva Mayoría: una reforma educativa que intentará construir en seis años una educación superior universalizada y gratuita; una reforma fiscal redistributiva que permita fortalecer económicamente al estado, y el llamado a la redacción de una nueva constitución.
El último punto es sin duda el que ha ganado la amistad y unificación de la mayoría de las izquierdas chilenas. Recordemos que Chile mantiene vigente la constitución de 1980, la cual fue redactada por un grupúsculo de intelectuales colaboracionistas y simpatizantes de la dictadura, y que fue legitimada en un plebiscito antidemocrático por naturaleza al ser organizado por la junta militar.
De ganar Bachelet y cumplir con su programa de gobierno, Chile tendrá su primer constitución redactada y aprobada en democracia. Todas sus constituciones han surgido de procesos de confrontación nacional; en su aprobación los chilenos han sido simples instrumentos de legitimación y no actores de su discusión. Ahora, 40 años después del golpe militar que parió la “revolución neoliberal chilena” que restringió el sistema democrático, no sólo en su expresión política, sino también en sus caras económica y social, Chile tiene en el papel la posibilidad de retomar el rumbo de la democracia perdido aquel fatídico 11 de septiembre.
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