por Agustín Córdova *
Año con año, miles de aspirantes se preparan para conseguir un lugar e ingresar a alguna de las carreras que ofrecen las instituciones educativas más importantes del país (UNAM, IPN, UAM). De las anteriores, la Universidad Nacional posee el mayor número de interesados y, por ende, de demanda. Médico cirujano, derecho, administración, contaduría y psicología son las profesiones más solicitadas. Por ejemplo, en el caso de «médico cirujano» del sistema escolarizado, para la Facultad de Medicina en Ciudad Universitaria, y con base en los datos del concurso de ingreso en agosto de 2012, por cada lugar disponible (236 para ese año) hubo una demanda de 13 396 personas.
Se necesitan un mínimo de 105 respuestas correctas para tener la oportunidad de inscribirse a la máxima casa de estudios. En vista de lo anterior, resulta imperioso contestar de forma correcta cada una de las preguntas del examen de admisión, pues un error podría significar no entrar a la carrera anhelada. Dicha prueba contiene 120 reactivos de las asignaturas en común que se cursan a nivel bachillerato (matemáticas, español, física etcétera).
Aquí una cuestión: ¿qué se les pregunta en el examen referente a la materia de historia? Y si la idea del examen, más allá de la selección de los “más aptos” para cada profesión, es comprobar los conocimientos mínimos y generales de los aspirantes, ¿qué debe saberse sobre historia?

Cada vez con mayor frecuencia, surgen espacios e instituciones (legales y no) que ofrecen cursos de preparación para el examen de admisión. Clases, guías, cuestionarios, simulación del examen, forman a quienes acceden a y pueden pagar uno de estos cursos, cuyos precios varían dependiendo de quién, dónde y cómo se ofrezca el servicio. Aquí otras cuestiones: ¿cómo se preparan a los estudiantes de la asignatura de historia?, ¿qué deben aprender estos para contestar de forma correcta los reactivos de dicha asignatura?
Como profesor de historia de un curso de preparación para el examen, me fue entregada la guía con la que se preparaba a los aspirantes. Aunque bien sé que no puedo hacer generalizaciones con base en una situación específica, al menos se puede hablar de forma sucinta acerca de los contenidos, y dar brevísima respuesta a las interrogantes de los párrafos anteriores.
En principio, la guía está dividida en dos historias: la universal y la de México. En ambas se ofrece un panorama general, que no básico, del desarrollo de la humanidad. La síntesis, más allá de analizar, resume los acontecimientos “más importantes”. Conflictos bélicos, cambios de poder, formas de producción económica, surgimientos y caídas de imperios, levantamientos armados, promulgación de planes etc. son los tópicos de la guía. No hay espacio para una historia cultural, ni mucho menos una microhistoria (la entendida por Luis González y González). Lo anterior provoca un problema: que los aspirantes retomen la vieja idea de que la historia sólo trata de los grandes conflictos bélicos —además de reafirmar la creencia de que sólo deben memorizar nombres y fechas.
La prueba de admisión tampoco sirve de mucho. Por su formato, un reactivo con respuesta de opción múltiple, impide que el aspirante desarrolle más allá de lo memorizado. El examen no invita a explicar acontecimientos, desarrollar procesos y mucho menos a elaborar una crítica o análisis. Si la respuesta debe de ser única e incuestionable, entonces en historia sólo pueden preguntarse fechas, personajes, tratados. De nada sirve un curso de historia que pretende reducirlo todo, por cuestión de tiempo y del examen, a meros acontecimientos que, por ende, se tornan aislados.
Entonces: ¿es válido que haya un intento por explicarles toda la historia universal y de México? Creo que sí, en tanto sea un intento por explicarles de forma diferente la historia; porque quizás sea el avistamiento final que tendrán sobre el desarrollo de la humanidad, de la ciencia social histórica, además de responder preguntas sobre historia por última vez.
Precisamente, la concepción histórica (al menos la que se fomenta en la cultura histórica de nuestro país) está impregnada de sucesos políticos que ningún (o poco) espacio dejan a la historia cultural, pero aquí hay algo importante: Esta misma concepción se repite, de manera mayoritaria, en la historiografía mexicana del siglo XX…De manera que somos pocos los que nos hemos querido dedicar a una historia cultural, sino exenta de conceptos políticos, si un poco desapegada de las coyunturas que la historia política de México ha promovido como únicas divisiones del tiempo!
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Coincido con lo que comentas. Se debe de buscar una nueva forma y emplearla para la divulgación de la historia, y no quedarnos con esa idea trasnochada sobre ésta.
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Mi formación académica es en Psicología… y buscando trabajo entré como profesor de Ciencias Sociales y Humanidades. «Hey, te toca dar Historia de México y Universal para el curso de ingreso a la UNAM». Llevo dos años y medio en ello.
Tuve que aprenderme el contenido, los conflictos, los años, las posturas, los tratados. Un tiempo este fue el contenido central de mi curso, luego, mi fascinación por la psicología social fue más fuerte que el programa oficial. Decidí eliminar la separación de «Historia de México y Universal» y hacer un intento por dar una visión desde la lucha de clases (y digo intento, porque tampoco soy experto ni pretendo serlo).
Hablo de la importancia del poder y el control en la Edad Antigua: amo y esclavo; El poder y el Derecho Divino: La Edad Media; el poder eclesiástico: El absolutismo; El poder económico: Descubrimiento de América, México Prehispánico y La Conquista; sucesión en el poder: La Ilustración, Trece Colonias, Revolución Francesa, Napoleón, Independencia de México – Santa Anna. Capitalismo y religión: liberales y conservadores en México y el mundo; Dominación política y económica: Imperialismo y Porfiriato. El papel del pueblo: Revolución Mexicana y Rusa. La dominación vestida de diplomacia: Guerras mundiales, guerra fría. Desigualdad, discriminación, violencia: Neoliberalismo y globalización.
Todo esto, mientras contestan reactivos de opción múltiple que yo mismo he recopilado de los exámenes que elabora UNAM. Curiosamente, uno de ellos de la aplicación de febrero 2016 decía: «De acuerdo a la frase «La historia debe enseñarnos a leer adecuadamente un periódico» ¿Cuál es la importancia de la Historia?».
Y me hizo pensar en las veces que mis estudiantes me han dicho «Es la primera vez que entiendo Historia, gracias profe». A lo mejor fallo en el objetivo que me pide la empresa: lograr la memorización del reactivo, pero sé que algo bueno viene del método crítico que mi falta de formación como historiador me ha hecho adoptar. Me he preocupado más por enseñar a pensar que por enseñar a memorizar, al final de todos modos los estudiantes se pasarán en vela una noche antes del examen leyendo todo lo que anotaron, pero sé que al menos se van con elementos para entender el mundo que les rodea.
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