por Wilphen Vázquez Ruiz *
En fechas recientes, un grupo de personas tomó de manera violenta la Torre de Rectoría en Ciudad Universitaria. Como es costumbre, no se hicieron esperar las opiniones acerca de si las instalaciones debían ser o no desalojadas por la fuerza pública. Debe alegrarnos, me parece, que las autoridades y la comunidad universitaria en general propiciaron que el conflicto, al menos en esta etapa, se resolviera de manera pacífica y sin mayores consecuencias para la vida institucional. Sin embargo, este suceso despertó las críticas a la vida interna de la institución y a sus estudiantes. Es por ello que debe hacerse una consideración al respecto.

En lo tocante a investigación científica, cerca de la mitad de ésta es generada por la Universidad Nacional, aunque no por la mitad de los investigadores con los que cuenta el país —como lo muestra que, en 2011, de la totalidad de miembros activos del Sistema Nacional de Investigadores (16 637), sólo el 21.5 por ciento (3 577) estaban adscritos a un laboratorio, instituto o centro de investigación de la UNAM.
En lo referente a la formación de recursos humanos, la importancia de nuestra universidad tampoco es menor, aunque los datos no son tan robustos como los anteriores. En 2011, de acuerdo con esta síntesis estadística, el número de titulaciones a nivel licenciatura fue de 18 072, en tanto que los egresados de Escuela Nacional Nacional Preparatoria y el Colegio de Ciencias y Humanidades fue de 26 576. Si partimos de que en términos ideales una licenciatura toma cuatro años en tanto que el bachillerato se cursa en tres, y suponiendo que los egresados y titulados fueran del grupo de personas que ingresó por vez primera a la UNAM en 2007 para la licenciatura y en 2008 para el bachillerato (como se indica en los cuadros contenidos en este sitio), los porcentajes de titulación y egreso serían de 48.90 y 78.88 por ciento respectivamente, lo que indicaría en principio que poco más de la mitad de quienes ingresan a una licenciatura en la UNAM no logran titularse y que más del 20 por ciento de los alumnos de bachillerato no lo concluye.
Cabe esperar que la marcada diferencia en el porcentaje de quienes no concluyen la licenciatura o el bachillerato puede deberse en parte a que actualmente, con base en el Reglamento General de Inscripciones, los egresados de la ENP y el CCH tienen asegurado el pase automático si terminan con un promedio mínimo de 7.0, calificación por demás regular. ¿Tal situación debe aceptarse?
Estoy consciente de que mis palabras pueden resultar incómodas para algunas personas, y en mi descargo aclaro que me considero un firme entusiasta y defensor de la educación pública, laica, gratuita y obligatoria, lo cual dista mucho de sostener que la universidad deba reducir su matrícula, y todavía más de la absurda pretensión de que sus planes de estudios deban obedecer al mercado y no a las necesidades del país.
Señalo la gratuidad y la obligatoriedad de la educación, pues ofrece poco que la universidad no analice una situación que deriva en que un porcentaje más que significativo de sus recursos materiales y humanos se pierdan por la incapacidad o mala fortuna de un estudiante. Lo cual no debe opacar que la UNAM, en todas sus escuelas, facultades, institutos y centros de investigación, se levanta como el espacio más democrático con el que contamos en materia educativa, en tanto que brinda y exige exactamente lo mismo a cualquiera que ingresa en ella; esto es, que pone a su alcance toda su infraestructura en la formación de sus estudiantes pidiendo nada o muy poco a cambio.
La gratuidad y la excelencia deben ser defendidas con argumentos basados en acciones y no sólo en los buenos deseos. Estamos obligados a pensar en ello.
¿Por qué «cabe esperar» que los porcentajes de titulación menores al 50% «pueden deberse» al pase automático? Es una suposición sin fundamento.
¿El porcentaje de titulación es sinónimo de «excelencia»?
¿Pueden la «incapacidad» o la «mala fortuna» de los estudiantes ser considerados seriamente como causas de que los recursos de la Universidad se pierdan?
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Totalmente de acuerdo contigo Vázquez Ruíz. Hubo un momento en que tenía que darse la educación a todos los niveles de forma gratuita. Esos tiempos ya pasaron y ya que no podemos cambiar el sistema económico que nos envuelve, si podemos encarar la situación de manera diferente en que no necesariamente todo tiene que ser gratuito. Si se quiere una buena planta de profesionistas a todos los niveles deben colocarse filtros, desde alumnos hasta maestros. O en su defecto integrar una cuota de recuperación a la UNAM para que todos los que llegan a probar a ver si pueden, desistan y dejen el lugar a otros que si quieren estudiar. En su defecto seguiremos con la costumbre paternalista de la colonia en que hay que pedir al papá gobierno para sobrevivir, a pesar de que en el fondo lo odiemos.
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