por Pedro Salmerón Sanginés *
4. De la calumnia como respuesta. La respuesta de Alfredo Jalife frente a cualquiera de sus críticos es siempre la misma: la calumnia, independientemente de quién proceda la crítica o de la validez de los señalamientos que se le hacen. Por calumnia entendemos: “1. Acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño” y “2. Imputación de un delito hecha a sabiendas de su falsedad”.
De ese modo, al atreverme a señalarlo como antisemita y difusor del odio, me hice acreedor a sus calumnias e infundios, como muchos otros antes que yo. Me detendré, sin embargo, en lo que a mí me achaca y únicamente en sus “tuits” del 16 de febrero. De acuerdo con el señor Jalife, yo soy
i. “Infiltrado neosionista”
ii. “Vendido confeso a ITAM/burguesía”
iii. “Rechazado de la UNAM»
iv. “Neosionista (que) confesó estar vendido a ITAM/Burguesía”
v. “Borracho y drogadicto”
vi. “Inestable emocional, muy incongruente y LOCO”
vii. “Deshonesto y vendido”
viii. “Vendido confeso @salme_villista se queja de ‘odio’ (técnica HASBARA d MOSSAD) y alienta a sus alumnos a HIPER-VIOLENCIA! Incongruente en todo”
Regresemos al diccionario: Infiltrado significa “persona introducida subrepticiamente en un grupo adversario, en territorio enemigo”. Como todas mis posiciones políticas son públicas, ese infundio carece ya no digamos de fuentes, sino de lógica elemental. ¿Infiltrado porque, como afirma, trabajo en el ITAM y milito en la izquierda? Todo mundo en la izquierda sabe que trabajo en el ITAM. Todo mundo en el ITAM sabe que milito en la izquierda. Ahora bien, si lo que el señor Jalife sugiere es que estoy a sueldo del Mossad, de la embajada de Israel, de los sabios de Sión, de Televisa o de Luzbel y Belial, lo desafío a que aporte una sola prueba de esos insultos tan groseros, tan grotescos.
¿Vendido confeso? Esta calumnia alude, en primer término, a que el señor Jalife cree que las instituciones y las cosas son monolíticas y de un solo color; de ahí su frecuentísimo y reiterado uso de “israelita” como adjetivo calificativo, de ahí que identifique a toda una institución educativa con la gran conspiración de los banqueros “israelitas” que dominan el mundo. En su cerebro, incapaz al parecer de distinguir matices y diferencias, sólo hay lugar para el blanco y el negro, y el ITAM está en el lado negro. Se equivoca, por supuesto: el ITAM es una institución educativa en la que existe absoluta libertad de cátedra y absoluta libertad de pensamiento, y donde el ejercicio de la tolerancia y de la pluralidad ideológica son prácticas cotidianas. Repito, ¿vendido confeso? Lo que aseguré —no necesito confesarlo— es que, como carezco de bienes de fortuna y no poseo sino mi fuerza de trabajo, la vendo, porque soy un asalariado. Recordemos a los clásicos: “La fuerza de trabajo es, pues, una mercancía que su propietario, el obrero asalariado, vende al capital. ¿Para qué la vende? Para vivir” (Marx, Trabajo asalariado y capital.)
Si además, como asegura Jalife, me “rechazaron” de la UNAM, no tengo más remedio, como no lo tienen la mayoría de los asalariados, que trabajar donde puedo hacerlo. Si al llamarme “vendido confeso” quiere decir —que es, por supuesto, lo que quiere decir— que he vendido mis ideas a lo que él piensa que es el ITAM, debo decirle una vez más que miente, miente con descaro por ignorancia o por mala fe o, lo que es más probable, por una combinación de ambos.
Ya aclaré lo relativo a lo que él entiende por sionismo. Ignoro qué será la técnica “hasbara” del Mossad, pero que el Mossad o quien sea use la palabra “odio” no nos veda a los demás su uso, como no nos veda el uso del término antisemitismo la retorcida definición que pretende imponer el señor Jalife. De acuerdo con la definición del diccionario, Jalife es un antisemita que difunde el odio. Y señalarlo no me hace cómplice del Mossad: señalar el odio que emana de todos los textos del señor Jalife no me impide señalar como crímenes de lesa humanidad los cometidos por el estado de Israel en la franja de Gaza ni, mucho menos, cómplice de dichas atrocidades.
Más mentiras, más infundios, más calumnias: en ningún lugar he llamado a la violencia y, mucho menos, a la hiperviolencia (lo que quiera que eso sea). También lo desafiaría a que lo mostrara, no a que inventara en torno de ello. Para el señor Jalife, los alumnos serían borregos que obedecen sin reflexión y la crítica (a él) se traduce en (hiper) violencia. En fin, los otros infundios lo pintan a él de cuerpo entero y no caeré en ello: no me verá reducir el debate a denuestos personales como los que usa él, cotidianamente, contra todo aquel que repudia sus llamados al odio (los que puse en los numerales V y VI de la lista con que inicio esta sección, pequeña muestra de otros muchos, muy parecidos).
Ésta es la forma de actuar del señor Jalife: el infundio y la calumnia. Y es también la manera de citar y usar sus fuentes en sus artículos. Quisiera compartir un documento difundido por Federico Arreola en SDP Noticias. Es cierto que en ocasiones en sus textos se han advertido, con razón, errores e inconsistencias; sin embargo, son los escritos y los dichos del propio Jalife, recopilados en este documento, los que aportan las pruebas contundentes e incontrovertibles de su campaña permanente de odio. El documento está aquí.
P.S. Me han preguntado muchos compañeros de Morena, preocupados por el desenmascaramiento de Jalife, cómo pueden orientarse en temas de geopolítica y en los relativos a los conflictos de medio oriente. Es fácil: en las mismas páginas de La Jornada escriben con asiduidad dos de los más brillantes intelectuales de izquierda, especialistas en esos temas: Immanuel Wallerstein, autor entre otros muchos libros de El moderno sistema mundial, en que explica el funcionamiento del capitalismo actual, pero también las alternativas que se ofrecen a los pueblos, en la Utopística, y Robert Fisk, quien en La gran guerra por la civilización: La conquista de oriente próximo, hace la presentación más objetiva, equilibrada, totalizadora y apasionante de la historia y el presente de los conflictos en medio oriente .
P.P.S. Sobre otros infundios y calumnias difundidos por Jalife, últimas aclaraciones: No conozco a Federico Arreola, con quien he hablado una sola vez por teléfono. Nunca he saludado a Enrique Krauze. No tengo la menor idea de quién es Tevye de Lara. Jamás he recibido —ni quiero— un peso de Televisa ni de Carlos Salinas de Gortari. Respeto, admiro y aprecio a Adolfo Gilly y a Rolando Cordera —por cuya causa inició la discusión “tuitera” con Jalife—. Creo también que la gente tiene historia y descreo de los que se sienten “puros” y de quienes creen que solo hay blanco y negro en el mundo. En fin: personalmente no gano nada denunciando al señor Jalife; nada, salvo su campaña de desprestigio y difamación.
* Profesor-investigador, Departamento de Ciencia Política, ITAM
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Agradezco tu gentileza al ofrecer los argumentos explicados, ya que lo más importante, siempre, es la verdad antes que cualquier simpatía o inclinación y ésta ha sido privilegiada en tus comentarios sin duda.
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