por Aracely Cortés-Galán *
En marzo próximo se cumplirán diez años de la guerra que Estados Unidos, España y Gran Bretaña iniciaron contra Irak, con el argumento de que el gobierno de Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva. En un discurso previo al inicio de los bombardeos —del 15 de marzo de 2003—, el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, afirmó que Hussein era uno de los dictadores más crueles de la historia. Que el gobierno iraquí tenía agentes biológicos y químicos, como gas mostaza y toxina de botulina, capaces de matar a millones de personas. Asimismo, Bush hizo alusión a los llamados que el Consejo de Seguridad de la ONU había hecho al gobierno de Irak, sin tener una respuesta favorable. Aseguró también que la alianza que tenía con Anthony Blair y José María Aznar estaba en condiciones de enfrentar el peligro común que representaba el gobierno de Bagdad para el mundo; reconocía que las amenazas eran tan graves y sus posibles consecuencias tan terribles, que debían eliminarse, aunque requirieran la fuerza militar. (Una traducción al español del discurso puede verse aquí.)
Al cumplirse cinco años de la invasión, y con más de 650 mil muertes (véase éste artículo de The Lancet), el reelecto presidente estadounidense afirmó que la guerra era justa, noble y necesaria. Y que su costo económico —que según el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, ascendía a 3 mil millones de dólares—, aunque importante, no era tan significativo como la victoria que se estaba obteniendo en Irak luego del derrocamiento del gobierno de Hussein y toda vez que se estaba logrando que grupos sunitas se sumaran a la milicia de la coalición para luchar contra las fuerzas terroristas.
A la par del discurso de Bush, se emitían informes por parte de Amnistía internacional; en “Carnage and Despair in Irak”, por ejemplo, el organismo advertía que la situación sobre derechos humanos era un desastre (aquí está el texto). Por su parte, en 2007 el Comité Internacional de la Cruz Roja publicó “Iraq: No Let-Up in the Humanitarian Crisis”, el que documentó el gran impacto que tenía la violencia sobre la población civil (el texto puede verse aquí).

La transición de republicanos a demócratas en Estados Unidos no significó un cambio importante para la sociedad iraquí. Pese a las promesas de campaña de Barak Obama, la guerra continuó y las tropas estadounidenses aún permanecen en Irak. En un discurso pronunciado el 31 de agosto de 2010, desde la Casa Blanca, Obama dijo que la operación “Libertad iraquí” había terminado, que ese “extraordinario capítulo en la historia estadounidense” debía cerrarse y dejar que el pueblo de Irak asumiera la responsabilidad de conducir su gobierno. Desaparecido del discurso oficial del gobierno estadounidense el término armas de destrucción masiva, el premio Nobel de la Paz se concentró en reconocer que había cumplido con retirar las tropas, que habían liberado al pueblo iraquí del régimen dictatorial, que Estados Unidos concentraría su fuerza militar en atacar a Al Qaeda en Afganistán, y que la guerra tenía que continuar en Kabul para poder proteger al mundo del terrorismo mundial.
Varias preguntas quedan en el aire. ¿Quiénes son los responsables de los crímenes de lesa humanidad que se cometieron contra la población civil en Irak, incluyendo los presos de la cárcel de Abu Ghraib? Bush, Blair y Aznar deben presentarse frente a la Corte Penal Internacional y responder por sus actos, ya que ellos, como mandatarios, sí fueron una verdadera arma de destrucción masiva.
Es un artículo que puede incorporarse como fuente de información alterna, al tema «terrorismo», del bloque 5 de Historia 1 para secundaria. Además, el vínculo al discurso de Bush es muy valioso. Los documentales «War you don´t see» de Jhon Pilger, «No end in sight» de Charles Ferguson y «Farenheit 911» de Michael Moore complementarían a la perfección una secuencia didáctica sobre el tema…Y a manera de introducción, para llamar la atención de los chavos, que tal la rola de SKA-P «Tio Sam», de su album Planeta Eskoria.
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