Bitácora

Carta 6. Luis Fernando, faro y ruta

Edna López Sáenz

Te conocí siendo estudiante, a través de tu obra Sueñan las Piedras. Me pareció sui géneris la brevedad y el simbolismo de tu título. Me mostraste entonces que escribir una historia metodológicamente rigurosa, para nada está peleado con la poética.
En tu Espejo Haitiano me enseñaste, aunque de manera indirecta, que la historia se hace a través del trabajo incansable de archivo pero no sólo por su importancia intrínseca, sino porque allí se le otorga voz a los invisibles, a los más desprotegidos.

Años después llegué a laborar en el INEHRM, dirigido tan acertadamente por Pedro Salmerón, quien me presentó contigo. Yo estaba muy emocionada al conocerte, me escuchaste atento sobre mí visión de la historia y de la educación. Se nos quedó pendiente una charla sobre el tema.

«Doctor Granados», te llamé siempre. «Me llamo Luis» insistías tú, «sólo Luis», pues para ti los títulos académicos eran poco importantes. Pero la costumbre, cariño y respeto me permitió pocas veces llamarte por tu nombre.

Durante este tiempo el doctor Salmerón me compartió el término que propusiste para dinamitar el concepto de la mal llamada «Conquista de México» tu novísima propuesta «la irrupción española y la guerra mesoamericana” que para mí explica mejor este hito histórico. Con mi equipo de trabajo me empeñé en escribir en torno a tu propuesta. Las pláticas contigo sobre este tema, aunque escasas, fueron faro y ruta.

Disfruté enormemente escucharte en Tabasco explicarme por qué la batalla de Centla tenía que ser nuevamente trabajada, «allí no había manera de que la caballería española causara impacto en los pueblos nativos». Esclarecedor era escucharte. Dabas pie a nuevas interpretaciones y propuestas.

En diciembre del año pasado me hiciste llegar un texto tuyo en torno a Las Cartas de Relación cortesianas, extraordinario estudio, lleno de propuestas metodológicas. Te leí atenta, te escuché en cada página.

No hemos perdido sólo una muy valiosa persona. Se ha marchado el mejor historiador de estas generaciones, como bien apuntan tus colegas y amigos. En estos días posteriores a tu despedida, ellos han compartido recuerdos personales, reconocimiento a tu labor como historiador. Me han hecho sentir compañía en esta infinita tristeza que siento por tu partida. Estas letras son para ellos, porque al leernos nos damos certeza que sigues y seguirás con nosotros, que marcaste vidas en muchos sentidos.

Doctor Granados, tu obra se queda resguardada en cada persona a la que llegaste. Nos volveremos a ver querido Luis. Te pediré que me regales uno de tus cigarrillos, de esos que tan amablemente me liabas a mano.

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