por Arturo E. García Niño *
La huida hacia Francia
El señor alemán salió huyendo —definitivamente— de Frankfurt el 17 de marzo de 1933, luego de ir y venir de esta ciudad a Ibiza-Frankfurt-Niza-Frankfurt desde 1930. La causa de su huida era el nazismo, que veía en él la encarnación de un doble pecado: ser judío y comunista. Llegaría a París luego de hacer escalas en Svendborg (Dinamarca), donde fue acogido por Bertold Brecht, y en San Remo (Italia), donde lo hospedaría Dora Kellner, su ex mujer. En la capital francesa colaboraría con sus amigos Theodor Adorno y Max Horkheimer para el Institut für Sozialforschung, estableciendo también relaciones con otros refugiados germanófonos como Georg Lukács, Hannah Arendt, Hermann Hesse y Kurt Weil. Se inscribiría en el Collège de Sociologie, iniciaría amistad con Georges Bataille y en 1938 visitaría otra vez a Brecht en Dinamarca, retornando a Francia para despedir a su amigo Adorno y a la esposa de éste, Gretel, que viajaban a Nueva York. Pero se negó a ir con ellos, a pesar de que su hermano Georg, médico y concejal en Berlín, era ya hostilizado por la Gestapo y sería detenido unas semanas después.
Cuarentón cercano a la cincuentena de años, padeciendo del corazón y con una precaria salud a cuestas, en 1936 publicaría “La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica” y empezaría a estructurar sus apuntes de lo que tentativamente se llamaría El libro de los pasajes. Era ya reconocido entre sus colegas como un solvente escritor non, que abordaba temas excéntricos de la cultura, la historia y la filosofía. En febrero de 1939 fue despojado de su nacionalidad originaria por el gobierno de Hitler. Ello lo obligó a pensar, ahora sí, en emigrar a Estados Unidos, pero no podía irse sin tener el permiso de residencia del país que sólo lo recibiría como lo que ya no era: un refugiado alemán. Por ello el 1 de septiembre de 1939 sería llevado a un campo de concentración y luego a uno de trabajadores voluntarios, en Nevers, del cual sería liberado dos meses después por la intervención de algunos amigos franceses.

La huida de Francia
De vuelta en París acometería la escritura de sus inacabadas Tesis sobre la filosofía de la historia y en mayo del año siguiente, cuando Francia firmaba el armisticio con Alemania, las tropas nazis avistaban París y su departamento ya había sido registrado por las autoridades francesas, echaría montones de papeles en un portafolios negro que cuidaba con mucho celo para dirigirse apresuradamente, con el miedo encima, a la Francia de Vichy. Pasaría a Lourdes, haría una breve estancia en Marsella para encontrarse con otros refugiados y viejos amigos en fuga: Hannah Arendt y su marido Heinrich Blücher, Arthur Koestler y Hans Fittko. Éste le daría el domicilio de su mujer, Lisa, en Portvendres, quien lo ayudaría a salir clandestinamente de Francia atravesando los Pirineos hacia la España franquista, de ahí llegar hasta Portugal y partir rumbo a Estados Unidos…
Luego de obtener la visa necesaria en el consulado estadounidense en Marsella, el señor alemán viajaría por ferrocarril hacia Portvendres, acompañado de la fotógrafa Henny Gurland y el hijo de ésta. Ella se casaría en Estados Unidos con otro amigo frankfurtiano, Erich Fromm, quien en 1950 llegaría a México y viviría ahí hasta 1974 (ya con otra esposa). El señor alemán del portafolios negro, con Henny y el niño, llega sin contratiempos, a su encuentro en Banyuls-sur-Mer con Lisa Fittko. Ésta les informa que cruzarán la frontera por una ruta poco frecuentada y segura que los llevará a Portbou, y les propone hacer un reconocimiento de la ruta al otro día, 24 de septiembre, para tener el conocimiento necesario y que el viaje transfronteras sea lo más seguro posible.
El cruce de los Pirineos
Guiados por Lisa, los dos adultos y el niño migrantes escalan las montañas desde Francia, con muchas dificultades el hombre dado que su afección cardíaca lo hace detenerse cada diez minutos. Por ello decide pasar la noche a cielo abierto y no tener que volver a subir al otro día. Lisa, Henny y su hijo regresan a Banyuls y al día siguiente muy temprano deciden cruzar entre los campesinos que van a trabajar a los viñedos de la franja fronteriza española. Al llegar al último viñedo del camino, desde la cual se ven abajo el mar y Portbou, Lisa se despide y regresa a Banyuls, población desde la cual volverá a emprender muchas veces más la ruta conduciendo migrantes-refugiados-exiliados. En tanto, el hombre, la mujer y el niño bajan, llegan al poblado, acuden a la estación de policía, no se les permite estar en España porque ese día han cambiado las órdenes vigentes hasta ayer y les informan que al otro día serán entregados a las autoridades francesas para ser deportados a Alemania. Pasan la noche, vigilados, en el hotel Francia, donde el señor alemán del portafolios negro —como lo designará la policía de Portbou— se suicida ingiriendo una sobredosis de morfina y es encontrado muerto el 26 de septiembre de 1940, el mismo día que vuelven a cambiar las órdenes para permitir que Henny y su hijo continúen su viaje y lleguen a Estados Unidos, no se sabe aún si porque ya estaba decidido o a causa de la muerte del señor alemán.
La policía encuentra en el portafolios negro del señor alemán, fallecido oficialmente por una hemorragia cerebral, un pasaporte expedido en Marsella por el American Foreign Service a nombre de Walter Benjamin, de 48 años, así como un reloj de oro, una pipa, seis fotografías para credencial, una radiografía, unas gafas, revistas, diversas cartas, algo de dinero y varias hojas con notas sueltas; sólo eso. Terminaba así un largo migrar durante siete años, con veintiocho domicilios conocidos, de quien llegaría a ser uno de los teóricos más influyentes en el mundo, cuyos restos serían enterrados el 28 de septiembre en la zona católica del cementerio local bajo la tumba de alquiler 563 y a mediados de 1945 terminarían en la fosa común.
Las leyendas y los hechos
Muerto Benjamin, su amigo Gershom Scholem dirá que en el portafolios negro iba el manuscrito terminado del ya para entonces mítico Libro de los pasajes, obra que dejaría los terrenos de la leyenda cuando otro amigo del filósofo alemán, Georges Bataille, recuperara el manuscrito en cuestión escondido en la Biblioteca Nacional, el cual sería publicado en 1982 tal como lo había escrito su autor: en alemán con largos tramos en francés. Nunca sabremos si era igual al que Benjamin llevaba en el portafolios negro.
En 1988, Ricardo Cano Gaviria publicó una novela biográfica: El pasajero Walter Benjamin. En 2001, Stuart Jeffries publicó un texto donde aseguraba que Walter Benjamin, el heterodoxo y más original integrante de la escuela de Frankfurt, había sido víctima de sicarios estalinistas. En 2005, David Mauas filmó una película, ¿Quién mató a Walter Benjamin?, que se uniría a la filmada en 1993 por John Hugues con el título de One Way Street Fragments for Walter Benjamin.
Fuentes consultables
One Way Street Fragments for Walter Benjamin, de John Hugues (Australia, 1993).
¿Quién mató a Walter Benjamin?, de David Mauas (España-Holanda, 2005).
Ricardo Cano Gaviria, El pasajero Walter Benjamin (Pamplona: Pamiela, 1988).
Lisa Fittko, Mi travesía de los Pirineos (Barcelona: El Aleph, 1988).
For Walter Benjamin: Documentation, Essays, and a Sketch, compilación de Ingrid Scheurmann y Konrad Scheurmann (Bonn: Internaciones, 1992).
Stephen Schwartz, “The Mysterious Death of Walter Benjamin”, The Weeekly Standard, 6: 37 (11 de junio de 2001) —disponible aquí.
Gershom Scholem, Walter Benjamín, historia de una amistad (Barcelona: Península, 1987).
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