por Huitzilihuitl Pallares Gutiérrez *
Es verdad: hoy nos podemos tomar de la mano, abrazar, besar, demostrar nuestro afecto en espacios públicos con mayor libertad que hace algunos años. Pero también es cierto que entre más visible es la comunidad lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual (LGBTTTI), las expresiones de odio en su contra —es decir, de rechazo o repugnancia— se hacen más patentes. Así lo demuestran los acontecimientos que han tenido lugar en nuestro país y en otras naciones del mundo en los últimos meses.
El discurso del odio
El pasado 17 de mayo, en el marco del Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, el presidente Enrique Peña Nieto envío al Congreso de la Unión dos iniciativas de decreto con el fin garantizar el derecho de todos los mexicanos de contraer matrimonio sin ningún tipo de discriminación. Se trata de una iniciativa para reformar el artículo 4 de la constitución a fin de reconocer el derecho de todas las personas de contraer matrimonio sin ser sujetos a discriminación por origen étnico o nacional, género, discapacidades, condición social, condiciones de salud, religión o preferencias sexuales, y una iniciativa con el objetivo de reformar, adicionar y derogar el código civil federal a efecto de garantizar el derecho de las personas del mismo sexo de contraer matrimonio y poder adoptar en igualdad de condiciones que las personas heterosexuales, además de garantizar su identidad de género.
La firma de las iniciativas se efectuó en Los Pinos en una ceremonia que reunió a activistas y a organizaciones de la sociedad civil que han luchado por el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTTTI. Ante ellos, el encargado del poder ejecutivo instruyó a las secretarías de Gobernación y de Educación Pública, así como al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) para que en conjunto realicen campañas nacionales contra la homofobia; además dijo que, en el marco de la reforma rducativa, el tema del respeto a la diversidad será considerado durante la revisión de los contenidos educativos (aquí el discurso del presidente). Por supuesto, estas iniciativas no son concesiones del gobierno en turno sino logros políticos que han sido conquistados por años de lucha.
La reacción a estas medidas no se hizo esperar. La iglesia católica, cantantes, actores y personas comunes y corrientes expresaron su total rechazo, poniendo de manifiesto así la homofobia febril de nuestra sociedad. En la nota que publicó Excélsior el 18 de mayo en su página de internet, titulada “Peña propone legalizar el matrimonio gay”, un usuario que se identificó como José Arreola Mendieta comentó:
Nunca imagine que ese repugnante arcoíris de la depravación llegara también a los pinos, espero que solo sea una farsa para darles atole con el dedo y sea rechazada esta sentencia en contra de las futuras generaciones y lo que es peor, que proviene de una conspiración extranjera para homosexualizar no solo a México sino a todo el planeta.
Desde esta mirada, las diversas formas de orientación sexual e identidad de género se conciben como un vicio en el que ha caído la sociedad, un vicio que se expande con rapidez y amenaza su futuro. Aceptar el “repugnante arcoíris de la depravación” no es un deseo propio sino el de un pequeño grupo que es ajeno a la sociedad mexicana y que pretende corromper las buenas costumbres del mundo entero.
En ese sentido, la comunidad LGBTTTI representa una amenaza que es necesario combatir. Lo expresó claramente así el cantante Emanuel ante un gran número de personas que asistieron a presenciar el concierto que ofreció, en compañía de Mijares, el 26 de mayo en Mérida, Yucatán. Emanuel sentenció: “nosotros no podemos permitir que acaben con nuestra familia, tenemos que luchar por nuestra familia, tenemos que luchar por nuestros niños”. Y mal informado sobre las iniciativas e instrucciones que el ejecutivo había anunciado en días pasados, dijo: “yo no quiero asustarlos”, pero “dentro de lo que viene en los libros de la SEP, están pidiendo a los maestros que a la fuerza tienen que tener en la escuela un kit de ropa de niños y un kit de ropa de niñas, y les van decir que los niños se vistan de niñas y las niñas de niños” (aquí el video). Según el testimonio de uno de los presentes, el discurso de Emanuel fue aceptado con agrado, pues “la mayoría [de los asistentes] aplaudieron”; aunque hubo algunas protestas, “alzando la voz o tímidamente intentando silbar”, éstas fueron silenciadas con “un cállate pendeja”.
Ni tarda ni perezosa, la iglesia católica se pronunció en contra de las iniciativas del presidente. En un comunicado fechado el 17 de mayo, la Conferencia del Episcopado Mexicano dijo que “las uniones entre personas del mismo sexo […] no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad” y condenó que México haya seguido un camino jurisprudencial y legislativo “atendiendo criterios jurídicos de instancias internacionales”, pues “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.
La actitud homofóbica de la iglesia católica se expresó con mayor intensidad unos días después. A través de su órgano semanal de “formación e información”, Desde la Fe —el 29 de mayo—, la iglesia católica publicó la nota “3 cosas que te urge saber sobre la peligrosa iniciativa del Presidente” en la que declara que la homosexualidad es una enfermedad que “provoca, en quienes la padecen, daños físicos, psicológicos, morales y espirituales” y representa “un peligro para la Familia y el país”. Sobre las medidas del ejecutivo, expresa que se trata de una “iniciativa absurda” que se fundamenta en una “perversa ideología de género” promovida por “un plan cuidadosamente estudiado, elaborado y financiado por lobbies internacionales que pretenden destruir la familia”; en suma, que se trata de “una campaña intensiva y perniciosa” que promueve el estilo de vida homosexual. A fin de combatir la enfermedad y preservar “lo natural y lo sano, y lo moralmente correcto”, la iglesia propone un plan de acción: acudir a marchas y manifestaciones, hacer uso de las redes sociales, no dejar en manos de la escuela la educación sexual de los niños, la oración y el castigo electoral a los partidos que voten a favor de las iniciativas del ejecutivo.
El argumento de que la homosexualidad es un acto contra natura —que es necesario combatir— también fue expresado y promovido por otras religiones cristianas. El 4 de marzo de este año fue estrenada la película Pink. Adopción gay… ¿Acierto o error?, del director Francisco del Toro, cineasta cristiano que no tiene empacho en declarar: “yo trabajo para Dios” (aquí la entrevista). El filme narra la historia de una pareja de hombres homosexuales que decide adoptar a un niño. Gravísimo error, dice la película, pues a partir de ese momento la criatura tendrá una vida tormentosa: sufrirá gravísimos ataques en la escuela y comenzará a “jotear”, imitando los actos amanerados de uno de sus padres hasta que “se le pega lo gay”. Por la inestabilidad que representa ser homosexual, la pareja decide separarse sin importarle el futuro del niño. Finalmente, uno los protagonistas deja de ser homosexual gracias a su encuentro con Dios a través del estudio de la biblia y su pareja recibirá un castigo divino al ser diagnosticado con sida.
Después de que la cantante Yuri promocionó la película en su cuenta de Twitter, la comunidad LGBTTTI reaccionó en las redes sociales y exigió que se prohibiera su exhibición. Afortunadamente la afluencia a las salas de Cinemex —única compañía que aceptó proyectar el filme— “no fue tan nutrida e incluso hubo salas en las que no entró ninguna persona”, según lo reportó NotieSe después de un exhaustivo monitoreo que realizó en días claves para la industria cinematográfica.
Crímenes de odio por homofobia
Las diversas formas de orientación sexual e identidad de género se conciben como una amenaza a la que es necesario erradicar; de esa manera, el discurso expresado y promovido por distintas instituciones y grupos de la sociedad justifica los numerosos crímenes de odio por homofobia.
Por su magnitud, el caso más condenado internacionalmente es el que tuvo lugar el pasado domingo 12 de junio en Orlando, Florida, en el que murieron 49 personas —cuatro de ellas de origen mexicano— y 53 más resultaron heridas. La masacre sucedió en el centro nocturno Pulse, una de las discotecas más concurridas por la comunidad LGBTTTI de ese lugar, y fue perpetrada por Omar Mateen, ciudadano estadounidense de 29 años y de origen afgano que había jurado lealtad al grupo terrorista Estado Islámico. Desgraciadamente, no todas las voces condenaron la noticia. José de Jesús Mazo Corona funcionario de la Secretaría de Desarrollo e Integración Social del Estado de Jalisco publicó en su cuenta de Facebook: “lastima q fueron 50 y no 100.” La frase la acompañó, descaradamente, con tres emoticones llorando de felicidad (aquí se puede ver una foto).
Una masacre similar pero que no tuvo resonancia en la opinión pública ocurrió en nuestro país el 22 de mayo pasado. En la madrugada de ese día, un grupo de sujetos armados ingresaron al centro nocturno gay La Madame ubicado en Xalapa, Veracruz, y abrieron fuego contra los asistentes: el saldo fue siete hombres muertos y al menos 12 heridos. Posteriormente y sin mayor explicación, la Secretaría de Seguridad Pública del estado informó que el crimen fue perpetrado por asuntos de drogas.
Hace pocos días, el pasado miércoles 15 de junio, periódicos locales dieron a conocer que había sido localizado el cuerpo sin vida de Evelin Abigail Galván Zamora en un terreno baldío en la colonia Las Torres en Nava, Coahuila. Evelin Abigail era una mujer transexual de 23 años que era asidua participante en concursos de belleza; su desaparición fue reportada por sus familiares a través de las redes sociales desde el sábado por la noche.
Otro caso que fue denunciado a través de las redes sociales ocurrió en la Sierra Norte de Puebla. Un usuario, que se identificó como Eduardo Marcos, escribió:
En esta pequeña ciudad, a la cual yo cariñosamente llamo mi pueblo, el llevar una vida abiertamente homosexual, es muy difícil, pues el machismo es una forma de ser muy adoptada por la sociedad de esta región, es de tal grado que han asesinado a un trasvesti en una de las calles principales de una manera abrupta, para variar el caso no tuvo seguimiento, ni por el gobierno municipal, ni por el gobierno del estado […] Sin embargo los homosexuales de Teziutlán seguimos en la lucha de una sociedad incluyente y mejor para tod@s.
El comentario fue realizado el año pasado en un video de Youtube titulado “Homofobia en México y LATAM/ IDAHOT: Día Internacional contra la Homofobia, transfobia y bifobia”, realizado por el joven actor Nicolás Kin de Llaca, quien es un videoblogger muy popular dentro de la comunidad LGBTTTI. Como puede observarse, las redes sociales y las diversas plataformas que ofrece internet se han convertido en instrumentos importantes para la denuncia, en gran medida porque la sociedad civil carece de medios legales para hacerlo. En la actualidad, la legislación federal mexicana no tipifica los delitos de odio en lo relativo a la orientación sexual e identidad de género; el estado de Campeche es el único de la república que tipifica especialmente este delito. Esta situación ha hecho que los crímenes de odio por homofobia sean clasificados como “crímenes pasionales”, impidiendo así su correcta investigación.

Ante este vacío legal, un pequeño grupo de personas creó en 1998 la Comisión Ciudadana de los Crímenes de Odio por Homofobia amparados por la organización civil Letra S. El propósito de la comisión fue realizar un seguimiento hemerográfico, en las 32 entidades del país, de las notas informativas sobre homicidios cometidos contra hombres gay, mujeres lesbianas, personas bisexuales, travestis, transexuales y transgénero, motivados presuntamente por el prejuicio homofóbico. En su más reciente informe reportan 16 asesinatos en lo que va de este año. Los datos recabados de 1995 a la fecha muestran que se han cometido en el país 1310 asesinatos, la mayor cantidad de éstos han sido contra hombres gay entre los 18 y 39 años de edad. Este informe es de suma importancia porque es el único instrumento en nuestro país que registra los crímenes de odio por homofobia.

Lamentablemente, la homofobia está lejos de desaparecer. Es producto de una sociedad patriarcal que no concibe otra forma de establecer relaciones sociales que las fundamentadas en la acción binaria entre los sexos; lo que salga de esa norma es, como se ha detallado, un peligro que amenaza la conservación de la humanidad. Los discursos de rechazo y repugnancia a las diversas formas de orientación sexual e identidad de género expresados y promovidos en los últimos meses justifican la violencia homicida, amparados en fundamentos religiosos llaman a erradicar el “repugnante arcoíris de la depravación”.
Este sábado 25 de junio se llevó a cabo la XXXVIII Marcha del Orgullo LGBTTTI en la ciudad de México. La consigna fue la defensa de las familias diversas y sus derechos. Debido al imperante clima homofóbico, varios colectivos alertaron sobre el aumento de amenazas contra los asistentes. Recordemos, sin embargo, que el miedo es buen aliado del poder: disminuye la capacidad de los atemorizados a medida que aumenta el dominio de quien lo propaga. La historia del movimiento LGBTTTI nos enseña que trasgredir las normas no es suficiente; para lograr una sociedad más justa, incluyente y respetuosa con la diversidad se requiere del compromiso, de la participación activa y organizada de toda la comunidad. Por eso marchamos sin miedo, con conciencia y con convicción.
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