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¿Madero antidemocrático?

por Pedro Salmerón Sanginés *

En su reciente arremetida contra Andrés Manuel López Obrador, en quien personifica todas las decisiones colectivas que se toman en Morena, todas las que no le gustan (y al parecer ninguna le gusta), el periodista Julio Hernández López hace trampa: descalifica a AMLO y a Morena al inferir de una nota mal cabeceada en Regeneración (y sin leer la nota completa, o sin ganas de entenderla) que AMLO está imponiendo candidatos para los procesos electorales de 2015. Y Julio deshecha las respuestas y testimonios de numerosos militantes de Morena en sentido contrario porque, caudillista como parece ser, sólo quiere respuestas del presidente del consejo nacional del partido (mi primera respuesta, acá).

Al hacerlo, Julio parece querer meter a Morena en un grave problema legal, pues no son tiempos electorales: ni Morena está en ellos ni queremos hablar de candidatos. Eso no puede impedir que, informalmente, la militancia y los dirigentes, a título personal, expresen sus preferencias por éste o aquél para tal cargo, para cuando llegue un momento electoral, que aún no ha llegado. Negar la posibilidad de debatir, de canalizar, de articular, de expresar preferencias (que según los teóricos son las funciones de los partidos) es ignorar el funcionamiento de los partidos políticos, el sentido de la democracia interna en aquellos que la tienen (como Morena), y el sentido mismo de la política. Podríamos definir, podríamos volver a los teóricos. Pero mejor recordemos un poco de historia:

Si Julio juzgara del modo en que juzga a AMLO y a Morena la elección de Francisco I. Madero como candidato presidencial del Partido Nacional Antiarreleccionista en 1910, ésta explotaría, porque el líder había hecho campaña antes de la convención nacional reunida en abril de aquel año memorable. Para Julio, habría que descalificar a Madero como candidato, pues el trabajo previo hecho por él y por otros sería “antidemocrático”, puesto que se adelantó a otros posibles candidatos en una campaña informal. También habría que descalificar la elección de Emilio Vázquez como presidente nacional del partido, puesto que, al proponerlo Madero, los dados estarían cargados, y por tanto convencionistas como Abraham González, Aquiles Serdán, Luis Cabrera, José Vasconcelos, Eduardo Hay, José Perfecto Lomelí o Gustavo A. Madero serían todos unos borregos que sólo aprobaban lo que el “caudillo” habría decidido.

Por supuesto, la candidatura de Francisco Vázquez Gómez a la vicepresidencia sería también impresentable, por su pasado porfirista y porque resultó de la negociación con el Partido Nacional Democrático, ratificada democráticamente en la convención (¡ah, no!, me equivoco, nada de democracia: sería una imposición aprobada por los borreguiles y levantadedos convencionistas). ¿Y los candidatos a diputados y senadores, a ministros de la suprema corte? Impresentables todos, pues habían hecho campaña previa en sus distritos; impresentables, pues Madero se había expresado bien, generosamente bien de todos ellos.

¿Y en 1911 la candidatura de don Abraham González Casavantes al gobierno de Chihuahua, o las de Carranza al de Coahuila, Maytorena al de Sonora, Cepeda al de San Luis Potosí? Antidemocráticas todas, pues Madero había expresado sus abiertas simpatías por dichos personajes, lo que arruinaba cualquier posibilidad de otros, como Pascual Orozco en Chihuahua o Pedro Antonio Santos en San Luis Potosí. En verdad, el líder debió quedarse callado. Cuando el líder expresa su posición, se acaba la democracia. Y Madero, que expresaba sus simpatías y cuyo su pecho no era bodega, sería —si Julio viviera en 1911— profundamente antidemocrático.

Andrés Manuel López Obrador
Andrés Manuel López Obrador

Antidemocracia, imposición, que un partido que se levantó contra el autoritarismo haya buscado en su seno (y en la sociedad, entre los no militantes) las mejores candidaturas posibles antes de presentarlas al pueblo. Antidemocracia, imposición, que los dirigentes expresen su opinión. Antidemocracia, imposición, que se debatan internamente nombres, posibilidades, perfiles y proyectos.

Eso es lo que hacemos en Morena, según Julio Hernández López. Pues les cuento —no a él, a quien no parecen interesarle las respuestas, sino a quienes han seguido el debate—: en su momento (si es que obtenemos nuestro registro como partido político y respetando los tiempos y formas que marca la ley, porque, aunque a Julio le disguste profundamente, hemos decidido seguir el camino de la ley), en Morena presentaremos las candidaturas a los puestos de elección popular a disputarse el próximo año de acuerdo con nuestros estatutos. Los estatutos son una garantía de democracia, como puede constatarlo cualquiera que los consulte.

Mientras tanto, dentro de Morena, militantes y dirigentes buscamos posicionar a algunos de nuestros mejores compañeros, discutimos sus perfiles, comparamos currículos, vidas y compromisos; debatimos entre nosotros, proponemos nombres a considerar. Mientras tanto, elegimos de diversas maneras enlaces para coordinar la campaña de recolección de firmas que obligue a éste gobierno entreguista a consultar a la ciudadanía sobre la llamada reforma energética. Y este trabajo ha implicado, en los lugares en que lo he vivido (particularmente en Tlalpan), la inclusión de toda la militancia, la participación activa y crítica de la misma. Sin duda hay errores; sin duda hay lugares donde no se ha hecho así. La democracia no se construye en un día, pero a ella aspiramos y me consta que hacia ella avanzamos. Lo reitero: no hay candidatos. Todo militante tendrá derecho a postularse o ser postulado a cualquier cargo, cuando llegue el momento. Y la ciudadanía decidirá sobre los candidatos, pues así lo marcan nuestros estatutos: que quienes quieran, vayan posicionándose, vayan trabajando entre el pueblo, al lado del movimiento. Julio nos juzga antes de los hechos, para jolgorio de los enemigos de Morena.

Lo demás es Twitter. Si me excedí en el Twitter, si ofendí a alguien, me disculpo. Yo sí me equivoco, y muchas veces, y me gusta disculparme y corregir el rumbo cuando me lo muestran. Reitero mi admiración por Julio y mi respeto por su trabajo profesional.

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