por Agustín Córdova *
Decían los que de ello creían saber que el cisne acostumbraba armonizar un sublime canto momentos antes de su muerte. En la mitología griega, el cisne estaba relacionado con Apolo, deidad reconocida y asociada con la medicina, la música y la poesía, por lo que escritores como Virgilio y Marco Varelio Marcial, entre otros, dotaron en sus letras las referidas características divino-poéticas al ave.

En la actualidad, a través de la ciencia, se sabe que el cisne no canta, como se creía en la antigüedad. Lo único que emite es un sonido áspero, para nada melodioso. Sin embargo, aquella creencia sobre el canto del cisne se convirtió en una expresión utilizada para referirse en el medio artístico, por ejemplo, a la última obra de un autor o a la última actuación de algún actor.
Con fecha 11 de junio del año que aún corre, la Orquesta Sinfónica Nacional de Grecia (fundada en 1938), la Orquesta de Música Contemporánea (creada en 1954) y el Coro (formado en 1977), agrupaciones musicales dependientes de la emisora estatal helénica de radio y televisión, cesaron su actividad por decreto gubernamental. De inmediato se emitieron comunicados, noticias, peticiones, divulgando la información al resto del mundo —esperando con ello su pronta respuesta y apoyo.
Pocos fueron los medios de comunicación en México que difundieron la noticia. Hubo una mayor divulgación en las redes sociales. Al enterarme, reflexioné en relación con el acontecimiento. En un par de décadas, ¿formará parte de los libros de texto de historia universal? Y si la historia que se ha enseñado de forma tradicional, y por mucho tiempo, en nuestro país establece la fórmula de causas y consecuencias para explicar un proceso histórico: ¿el cese de las agrupaciones musicales será tomada como una consecuencia de la crisis económica mundial, o bien una causa que motivó a los ciudadanos a una revolución social?
Hoy son meras especulaciones; las circunstancias venideras las confirmarán o no. Lo que me gustaría destacar de todo esto es cómo se va construyendo el conocimiento histórico, cómo el presente se va prefigurando hasta tomar forma en el pasado, mismo que será interpretado en el futuro. Pero, ¿qué determina que aquel acontecimiento resulte o no importante?, ¿qué elementos debe poseer para formar parte de los libros de historia universal en un futuro? Y si pasa inadvertido, ¿por qué? Lo anterior nos regresa al punto de partida: ¿cuáles fueron las circunstancias que determinaron que la idea del “canto del cisne” permaneciera como verdadera hasta hace no mucho tiempo? Las respuestas las dejo a su consideración.
Otras lecturas que pueden hacerse del acontecimiento son desde los planos político, social, económico y cultural. Sin temor a error, la acción política del gobierno griego en turno se debió a la recesión económica por la que está pasando ese país. León Bendesky publicó hace poco más de un año en el diario La Jornada un análisis (véase aquí) sobre lo que, desde septiembre de 2008, resultaba inminente: el colapso de la economía griega. Por su parte, los integrantes de las agrupaciones musicales, a través el director de la Orquesta Sinfónica, Markos Moissidis, emitieron un pronunciamiento que implicaba mucho más que la inmediatez de la pérdida de sus empleos —ya de suyo grave grave— al referir que la decisión de desaparecer las orquestas y el coro iba en contra de la democracia y la cultura griegas.
Sea como fuere, los integrantes de las agrupaciones musicales se reunieron el 14 de junio para ofrecer un último concierto (véase aquí). Centenares de personas, entre familias, amigos y connacionales se reunieron en las instalaciones y jardines de la Emisora de Radio y Televisión para presenciar durante todo el día las interpretaciones musicales, conmoviéndose y acompañando a los músicos que entonaron, como última pieza y entre lágrimas, el himno nacional de Grecia: canto del cisne helénico.
Tal vez pueda deshacerse el mayor invento social creado en el siglo XX: la Comunidad Económica Europea pero será difícil, si no, imposible que los países desaparezcan. Sin embargo, en los países afectados las crisis económicas tienden a golpear primero a las instituciones culturales y aunque algunas desaparezcan no lo hacen de manera definitiva. Lo importante es que su renacimiento sea pronto ya que sus manifestaciones son imprescindibles.
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Totalmente de acuerdo. Y es un duro golpe también para las humanidades (que al cabo también son cultura).
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