por Guadalupe Tolosa Sánchez *
Con dos días de diferencia murieron dos personajes de la izquierda mexicana: Arnoldo Martínez Verdugo, del mundo de la política, y José María Pérez Gay, del ámbito cultural e intelectual. Ambos marcaron con sus ideas el pensamiento progresista de México y se distinguieron por su honestidad e ideales democráticos.

Martínez Verdugo fue impulsor de las reformas del Partido Comunista Mexicano. Gracias a él podemos decir que la izquierda ganó una presencia significativa en la vida política de México. Pasó de ser un movimiento marginal, ilegal y clandestino, sobre todo en los años sesenta, a convertirse en la segunda fuerza política nacional, misma que actualmente gobierna la capital del país. Debido a su vocación unificadora socialista, Martínez Verdugo dedicó una buena parte de su vida a la construcción de un partido político que dio origen a lo que hoy conocemos como el Partido de la Revolución Democrática. Se comprometió siempre con el movimiento obrero y trabajó a favor de defender sus derechos. Fue de los principales críticos a la entonces Unión Soviética cuando ésta invadió Afganistán a finales de la década de 1970.
José María Pérez Gay, por su parte, fue un notable especialista del acontecer histórico de nuestro país, así como un intelectual difusor de la política y la cultura alemanas. Preocupado siempre por la recuperación de la memoria histórica y cultural, se autodefinía como “recolector de recuerdos”. Se desempeñó como diplomático y funcionario público en el ámbito cultural en las embajadas de México en Alemania, Austria y Francia, así como en instituciones mexicanas como Radio Educación y el Canal 22, de los que fue subdirector y director fundador, respectivamente. Desempeñó una notable labor como ensayista y articulista de La Jornada (uno de sus fundadores y director del suplemento dominical), Uno Más Uno, La Cultura en México, suplemento de Siempre! y de la revista Nexos, en la que era miembro del consejo editorial.
Con acciones ejemplares, y discretas, ambos compañeros dejaron un legado que forma parte de nuestro pasado y que enriquece desde el presente una diversidad de miradas políticas y culturales. Arnoldo Martínez Verdugo merece una publicación que reúna su trayectoria política y social. A José María Pérez Gay, el buen amigo Chema, enamorado y traductor de la poesía alemana, se le adeuda una compilación de sus traducciones inéditas.
Vaya un agradecimiento a estos dos personajes de arraigado sentido humanista, que no son una pérdida, a pesar de su ausencia, sino una ganancia por su presencia en un México con el que se comprometieron hasta el final de sus horas.
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