por Aracely Cortés-Galán *
Nadie es libre, hasta que Palestina sea libre: José Saramago
La resolución 181 de la ONU, dictada en 1947, estableció la creación de dos estados, uno palestino y uno judío, para que convivieran con plenos derechos en lo que había sido la Palestina histórica. El estado judío se conformó y empezó a ser reconocido por organismos internacionales y gobiernos desde 1948. Sesenta y cinco años, aún se discute sí se da a Palestina carácter de estado.

El pasado 29 de noviembre, que también es el día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, en el pleno de la ONU se aceptó a Palestina como miembro observador, con todas las implicaciones y limitaciones que el caso tiene. Estamos frente a un reconocimiento de facto. La votación en Naciones Unidas (138 votos a favor —entre ellos, el de México—, 41 abstenciones y nueve en contra) refleja que la hegemonía que habían tenido Estados Unidos e Israel en el organismo internacional es cada vez menor. El paso que se dio para reconocer a Palestina, como hizo la Unesco en octubre de 2012, ha tenido y tendrá costos políticos y económicos —por ejemplo, el recorte de 22 por ciento del presupuesto que Washington redujo al organismo cultural— pero vale la pena.
El camino para Palestina es largo. Es preciso que cambie la realidad de quienes viven en los territorios ocupados, entre el muro y en la cárcel que es la franja de Gaza. La sociedad civil, los gobiernos y los organismos internacionales tenemos la responsabilidad moral de hacer cumplir el derecho internacional, para que Palestina viva en pleno derecho como estado independiente.
Palestina verá la luz, que le ha sido negada por décadas, sólo sí termina la ocupación, se respetan las fronteras trazadas en 1967, se derriba el muro, se otorga la autoadministración de sus recursos y se reconoce el estado palestino como miembro con plenos derechos en la ONU (que también le permita tener acceso a la Corte Penal Internacional).
Ominoso el recuento histórico del despojo del territorio palestino por los sionistas, apoyados por Inglaterra primero -con la declaración Balfour- y los Estados Unidos después, con sus tramposos acuerdos de Oslo, pero sobre todo, con el apoyo armamentístico ilimitado que le proporciona a Israel.
Difundir información acerca de Palestina es minar el velo ideológico del orientalismo que nos impide apreciar en plenitud a la cultura árabe, es mostrar un mínimo de conciencia global y es un gesto muy noble de quienes quieren contribuir a la paz.
Gracias Araceli por dirigir nuestra mirada hacia Gaza y Cisjordania.
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