por Roberto Díaz-Palacios
El panorama preelectoral es desolador. El ciudadano, urgido de un auténtico cambio positivo, se ubica entre el pasmo y la irritación. Nada que merezca un gramo de entusiasmo. En PRImer lugar, se corrobora el coraje y desdén de Enrique Peña Nieto y su equipo de mediocres por Oaxaca y los próximos seis años. Anticonstitucionalmente se impone al retoño de uno de los peores de los gobernantes en la entidad —!y sí que abundan! José Murat sólo dejó un lastre que en cualquier país haría inconcebible que heredara, gracias a Peña Nieto y su gratitud por el Pacto Contra México, la conducción de un estado sumido en la corrupción, la apatía y la ineptitud de Gabino Cué.
Éste deja solamente frustración social porque despertó un entusiasmo, a la luz de sus antecedentes, injustificado. Cué tiró por la borda la posibilidad de construir algo valioso en Oaxaca y termina con el peor descrédito de un promotor del cambio, que solo fue el de su fortuna personal y familiar. Al concluir su gobierno debe tener listos a sus abogados, ante la amenaza de tomado como ejemplo de la “justicia” peñista.
Con Alejandro Murat se concreta una estafa social: nacido en el estado de México —¿pretende Peña nutrir las gubernaturas con su paisanaje corrupto?—, sin cumplir requisitos para aspirar a la candidatura, con un previo y reciente desconocimiento de la Suprema Corte de Justicia de su inviabilidad, sin tener residencia que le permita candidatearlo. Pese a todo, en una decisión imperial se le impone. ¡Y que los oaxaqueños rechinen los dientes, incluyendo a la mayoría de priistas! (Ahí está José Antonio Hernández Fraguas, negando sumarse a la borregada.) Murat es y será un candidato y en su caso gobernante; será un espurio histórico.
¿La oposición? Ninguna. En el batidillo perredista-panista, Estefan Garfias, priista de casi 30 años de mediocre militancia, intenta pasar por izquierdista, cuando sirvió a Diódoro Carrasco, a José Murat padre, a Ulises Ruiz y por lo visto estaría dispuesto a servir a Nerón si estuviera en el candelero. Hombre de usos múltiples y de corazón variable, se suma a lo que venga y da el esquinazo a los que fueron sus amigos. Su mensaje: guitarrita, canciones en zapoteco y sonrisa eterna, grabada a fuego. Lo peor es que ante el micrófono revela su priismo cerebral. ¡Pobres de los que le tengan confianza!.
La esperanza que significó Morena se desvaneció desde que se creó el comité ejecutivo estatal del nuevo partido. El perredismo lo asaltó y se difundió por todos los comités municipales. Se aprovecharon los pocos recursos públicos —a través de proyectos productivos y de las listas de beneficiarios— y con cómplices se nutrieron miles de militantes de paja. López Obrador peco de confiado, pese a la documentación de muchas de quejas y los gritos airados de simpatizantes en diversos mítines. Salomón Jara Cruz es el candidato de este seguro desastre, ratificación de que en 2015 en Morena no ganara una sola diputación. Los otros candidatos a diputados y presidentes municipales responden a una mafia originada, como Jara, en una Unión Campesina de nulo prestigio. Con Jara se agregan los impresentables Chendos istmeños, residuos políticos de la COCEI. Flavio Sosa, ex foxista, ahora exitoso ex diputado local —que aprobó toda iniciativa enviada por Cué— lucha por vivir de la APPO y una organización clientelar, Comuna. En Morena corre una versión: Jara será el mayordomo, encargado de abrir la puerta a su compadre Murat a la gubernatura. Después de dos desastres, Morena tendrá que ser reconstruida desde sus cimientos. Labor de romanos.

Mientras tanto avanza la destrucción de México y de Oaxaca. El empobrecimiento, el desempleo, las obras faraónicas semiderruidas, el saqueo de las arcas públicas con dos hombres de Cué enriquecidos al colmo —Jorge el Coco Castillo y el milusos José Zorrilla de San Martín—, son ejemplo del despilfarro y la ignominia burocrática que dejan al pueblo en mayor pobreza. Pese a que paguen caras publicaciones para presumir de un sexenio nefasto. ¿No se entiende que han fertilizado las semillas de la violencia social? La APPO y el año 2006 fueron el aviso de que tras el “en Oaxaca no pasa nada” hiberna la rabia social.
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