por Diana Salazar Tapia *
El pasado 16 de junio, la SEP —en conjunto con el SNTE— publicó la “Convocatoria nacional para el otorgamiento de plazas docentes, 2013-2014”. El concurso abarca la educación básica desde preescolar hasta la secundaria. En la información general de la convocatoria (véase aquí) se señala que este examen se realiza desde 2008 con el objetivo de “mejorar la calidad de la educación en México, fortaleciendo al profesorado mediante la contratación de los profesionales mejor preparados para el ejercicio docente”.

¿Quiénes podían participar en este concurso? Egresados de instituciones superiores y docentes en servicio. Al parecer todo pintaba de maravilla; sin embargo, una nota aclaraba al final: “de acuerdo con [los] anexos técnicos estatales.”
Ahora bien, los anexos técnicos estatales tienen más que ver con el favoritismo de cada sección que con la educación de calidad, pues en entidades como el Distrito Federal las plazas para impartir materias de secundaria que tienden a una disciplina específica, como historia, no contemplan como candidatos a los egresados de las instituciones que se dedican a su estudio a nivel superior como la UNAM, la UAM o la ENAH. Unicamente pueden aspirar a éstas los egresados de la Escuela Normal Superior de México. Lo mismo ocurre en las otras nueve disciplinas, con excepción de los talleres, según se señala en el marco normativo de la convocatoria (disponible aquí).
Únicamente en el estado de Morelos se acepta a los licenciados en historia, egresados de instituciones públicas y privadas de educación superior para concursar por una plaza como docente (véase aquí). ¿Cuál es la explicación de este hecho?, ¿por qué los egresados universitarios no pueden siquiera presentar el examen que defina si son aptos o no para las plazas en cuestión? Una excusa frecuente es que el contenido de los planes de estudio en las universidades no prepara a los egresados para la docencia. Pero esto no es del todo cierto, pues existen cursos de actualización y maestrías —no necesariamente son impartidos por la Escuela Normal Superior— que preparan a los profesionales en las habilidades requeridas para la enseñanza.
Los tiempos cambian y al parecer las formas también, pero los favoritismos persisten a pesar de los nuevos métodos de admisión. Por lo que puede apreciarse en los anexos técnicos, el examen —al menos en el Distrito Federal— tenía como fin poner a prueba a los egresados de las normales superiores y no “contratar a los profesionales mejor preparados para el ejercicio docente”, como presume la convocatoria publicada.
Ante esta situación, los profesionales de las universidades citadas abrieron una página de Facebook, Universitarios excluidos: Concurso nacional de plazas docentes (que puede verse aquí), con el fin de protestar en contra de tal injusticia, exigiendo una explicación a las autoridades correspondientes.
En el nivel de secundaria, la situación es alarmante: los jóvenes tienen cada vez menos interés en materias como historia y geografía, que presentan muy altos índices de reprobación. La reforma a la educación básica de 2006 eliminó un año de historia y uno de geografía. El libro que llevan los jóvenes es enciclopédico: lo que se estudiaba en dos años ahora sólo se analiza en uno. Ante tal panorama se hace evidente la necesidad de gente capacitada que atienda a ese sector educativo de manera eficiente y que, por tanto, los concursos sean justos e incluyentes.
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