por Guadalupe Tolosa *
El arte africano y el impacto que produjo en éste la cultura colonialista occidental es el tema en torno del cual reflexiona el documental Las estatuas también mueren, de Chris Marker y Alain Resnais (1953). Con un discurso visual que hace evidente la complejidad del tema, los realizadores tocan otros temas relacionados, como la valoración del arte africano desde la cultura occidental, el colonialismo francés en África y la irrupción del cristianismo como un factor contaminante de costumbres y rituales locales.
La cinta muestra qué sucede cuando culturas ajenas entre sí se mezclan, perdiendo así su esencia original, y en este caso degradando el arte africano al añadirle la connotación de artesanía y no arte. Además, aborda el impacto del sincretismo y la aparición del arte de combate como testigo narrador de lo que ocurre en la cultura africana.
La postura crítica de los realizadores en la forma de abordar el tema apunta a cómo los intereses económicos corrompen el arte cuando éste se realiza masivamente para comercializarse, y de ser en su origen un objeto artístico, caracterizado por los conceptos de unicidad, originalidad, ejecución técnica e intelectualidad, se vuelve un objeto de uso decorativo para el turista. Con este hecho, Occidente rompe de alguna manera con la cultura africana, al hacer de su arte una reproducción tan masiva que deja de ser arte puro, se descuida técnicamente, se produce en serie y, por ende, se devalúa.
Al ser un documental realizado en 1953 probablemente su planteamiento resultará controvertido, ya que África era entonces poco conocida y existía la idea del «negro» esclavo, de raza inferior, que se llevaba a América. En este sentido, su tono crítico permite apreciar las diferencias entre Occidente y África. Se trata de un documental que permite diversas lecturas; sin embargo, una de las de mayor impacto puede ser el racismo, en un discurso que lo trasciende.
El filme muestra también otro aspecto interesante en cuanto a que artistas de finales del siglo XIX y principios del XX, como Gauguin o Picasso, manifestaron interés por lo esencial de una cultura, aspecto que los encaminó a la búsqueda de una civilización fresca e inocente, sin corrupción. Estos creadores plásticos indagaban en las culturas no contaminadas y no en las de Occidente, contaminadas, que por intereses esencialmente económicos provocaban grandes desigualdades sociales y corrupción: la llegada del hombre «blanco» a diversas regiones del orbe generalmente implicó explotación de otras culturas, buscando beneficios económicos.
Aunque el relato está bien expuesto y argumentado, quizá faltó una cronología más amplia, para entender los paralelismos que se advierten al final cuando la película señala la creación de un Brancusi, que utiliza la estilización del rostro humano, un Picasso cubista o un Giacometti expresionista; paralelismos que se detectan al apreciar el arte africano. Su objetivo es partir de una estética poética complementada con la palabra filosófica y la música de fondo, que a veces resulta inquietante, mientras se muestra una sucesión de máscaras africanas que producen cierto temor. Es interesante el uso de una música creada ex profeso para la narrativa visual.
El tratamiento de la imagen en blanco y negro refuerza el expresionismo de las esculturas, así como la inquietud que causan las imágenes con la voz en off y la música. Los realizadores logran atrapar al espectador, aunque éste requiere de un mínimo conocimiento de la historia de la cultura expuesta. Tal vez la voz en off sea demasiado rápida, sobre todo en las versiones subtituladas, ya que, debido a la multitud de reflexiones sobre la propuesta y las imágenes del documental, el espectador puede perderse al captar las ideas si no sabe francés o si es poco conocedor de arte. Sin embargo, el uso de imagen fija y en movimiento le da un dinamismo tal que el espectador se enriquece y aprende sobre una parte de la historia de un pueblo.
El documental se ajusta a una propuesta didáctica reflexiva e histórica. En cuanto a su estructura se apega a cuatro momentos históricos: el arte puro africano antiguo, con un tinte de meditación poética filosófica; la vida cotidiana africana y su relación con mitos y ritos; el impacto del colonialismo y su consecuente sincretismo (en este caso, va de la mano del cristianismo católico, como ocurrió en América), y, hacia el final, un tipo de crítica de la imagen de África para el resto del mundo, que se percibe y provoca apreciar una actitud racista: el uso de los negros en los deportes, la utilización de su cuerpo en movimiento como un arte. El relato es ambiguo: se hace evidente la admiración por la cultura africana, pero también cierto miedo o inquietud por al acercamiento hacia el otro, a la interculturalidad; todo ello también se advierte en la música con la que se presentan los contenidos.
Este documental es un recurso que permite plantear que, a pesar del tiempo transcurrido, hoy podemos reflexionar sobre acontecimientos del pasado en un mundo globalizado como el presente, con los medios técnicos, con el conocimiento que aportan los nuevos sistemas de comunicación y, pasados ya más de 50 años de la realización del documental, el planteamiento de base es tan actual como lo podría ser hoy uno que trate el tema del impacto del mundo eurocéntrico y occidental en las culturas incontaminadas. La revisión del pasado en trabajos como éste nos permite reflexionar sobre la proyección de lo vivido en el presente.
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Están super interesantes el documental y su análisis. Échenles un ojo.
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http://saltoalreverso.wordpress.com/2012/03/24/djembe-el-tambor-curativo/
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Estimada Guadalupe:
La referencia que provee es fascinante. Me pregunto (Izaguirre, 2012) sobre la legitimidad de sobreponer un concepto occidental, como arte, a un conjunto de prácticas diversas cuya estructura ontológica no está necesariamente ligada a las bellas artes. Este proceder no es aislado en esta documental ni nuevo, sino que es parte de un paradigma académico consolidado en las llamadas artes visuales y la historia del arte (que historiza sólo sobre las artes visuales).
La (in)distinción, hasta donde sea posible, entre nociones problemáticas como bellas artes, artesanías, arte popular, arte de masas en sus coordenadas histórico-políticas, me parecería un requisito metodológico muy útil.
Izaguirre, Juan (2012), «Entre la mímesis y la poiesis: para una travesía ontológica del arte en Occidente», Ponencia presentado en III Encuentro Latinoamericano sobre Metodología de las Ciencias Sociales. 30, 31 de agosto y 1 de septiembre de 2012, Manizales, Colombia
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