por Halina Gutiérrez Mariscal *
La constitución mexicana de 1917, la primera de su tipo en el siglo XX y producto de la primera revolución social de ese siglo, contiene en sus páginas el artículo 123, que en tan temprano momento de la historia de América Latina puso en resguardo los derechos de los trabajadores.
A lo largo del siglo XX, bajo el signo de gobiernos que a sí mismos se llamaron revolucionarios, los derechos laborales de los mexicanos fueron preservados e incluso engrosados con importantísimas leyes que temprano en nuestra historia reciente normaron las relaciones laborales y la protección social del trabajador, como la ley del seguro social de 1929, y la ley federal del trabajo, de 1931.
Es de vital importancia histórica, nos parece, señalar que aquella alianza entre obreros y el estado, que fue fortalecida y respetada por los gobiernos revolucionarios, y que fue en muchas ocasiones sustento de la estabilidad social en el país, está ahora a punto de un quiebre que podría cambiar por completo el carácter de las relaciones laborales en México.
Como historiadores no podemos dejar de señalar que la propuesta de reforma laboral está siendo impulsada y apoyada por el Partido Revolucionario Institucional, heredero histórico de la tradición revolucionaria, que sigue ostentando en su nombre, y que, estratégica y convenientemente o no, un poco más en el discurso que en los hechos o no, durante muchos años defendió a los trabajadores y sus derechos.

Ante esa pérdida de la memoria, los historiadores deberíamos —nos es preciso— señalar puntualmente que lo que está en juego ahora, y lo que se está discutiendo para su aprobación, no implicará pérdidas menores sino que se trata de grandes logros, producto de procesos históricos complejos, que fueron en muchos casos costosos para el país. Debemos señalar también que aquel partido que ahora regresa al poder ejecutivo, representado en el grupo de políticos que tanto han defendido dicha reforma, o ha olvidado su pasado, o busca a toda costa desmarcarse de lo que fue, tomando de su herencia sólo lo conveniente pero olvidando el compromiso que históricamente adquirió con los mexicanos y, en este caso particular, con los trabajadores.
A propósito de la reforma laboral, también hay que hablar de las deformaciones históricas sobre las conquistas laborales. El domingo Villalpando usó su espacio en la radio para decir que la reforma laboral que hicieron es para proteger al trabajador (lo cual es una patraña, por decir lo menos), y a grandes rasgos dijo que los derechos laborales en México se los debemos a Carlos V y a la Iglesia católica, mientras que minimizó hasta la nulidad el papel de los movimiento obreros.
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¿Cuál compromiso histórico del PRI: el del sindicalismo charro? Como si el PRI alguna vez hubiera tenido un compromiso real con los trabajadores de México. Los derechos laborales conquistados durante el siglo XX fueron resultado de la lucha y muchas veces de la sangre de los trabajadores, no de ningún partido político.
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