por Dalia Argüello *
Que el monumento de la Estela de Luz sea emblema de una nueva era para México; una era donde florezca con fuerza la semilla de una nación más segura, justa y próspera que ilumine la existencia de las futuras generaciones de mexicanos.
Con estas palabras, el pasado 7 de enero el presidente de este país inauguraba la obra conmemorativa del bicentenario, en medio del escándalo y la inconformidad. Más de una vez, y en distintos espacios, se ha argumentado sobre la poca pertinencia de este monumento y las incongruencias que expone. No habría que volver más sobre este asunto si no fuera porque este año el gobierno federal eligió ese espacio para la conmemoración del aniversario del inicio de la independencia con la inauguración del Centro de Cultura Digital y la exposición A partir de mañana, todo.

Al ser parte de los festejos oficiales de esta fecha histórica, llama la atención el contenido y orientación de esta exposición, pues es evidente que la conmemoración septentrina fue sólo el pretexto, y el sentido histórico y social de ésta, lo menos importante. Por otro lado, la puesta en marcha de un Centro de Cultura Digital, que finalmente complementa el proyecto arquitectónico de la polémica Estela de luz, cobra un significado especial al ser un reflejo fiel de lo que ha sido el manejo de las conmemoraciones en los últimos años, y del uso del pasado como algo cosificado y ajeno a la realidad presente.
La exposición A partir de mañana, todo está formada por una serie de recursos digitales en las que el visitante probablemente se llevará varias sorpresas. Para empezar, se encontrará con el texto de la Declaración de la Selva Lacandona proyectada en una gran pantalla LED de 15 metros. Después, una pieza llamada Vísceras de la nación, que pretende ser una crítica al nacionalismo a través de un video, muestra a tres jóvenes que se provocan el vómito en una pulquería y frente al asta bandera del zócalo, al tiempo que, en otra toma, ondean una bandera negra en señal de luto. Más adelante, una instalación pretende mostrar el vigor que hay detrás de tres manifestaciones sociales: el movimiento #Yo soy 132, la celebración por la medalla de oro en el futbol olímpico y el recibimiento al papa Benedicto XVI.
Cosas como éstas conforman toda la muestra y dan como resultado una mezcla de contenidos inconexos y descontextualizados, con un discurso visual pobre y poco propositivo y que muy probablemente no tendrá ninguna trascendencia futura. En este sentido, la inauguración de este Centro en un evento cerrado y con escaso eco en los medios de comunicación, así como la exposición misma, parecen no tener coherencia en el marco de las fiestas patrias. Y, sin embargo, pueden ser interpretadas y servir para la reflexión, pues en la aparente falta de sentido que rodea a todo el proyecto de la Estela de Luz podemos leer un discurso, así como en lo vacío y superficial de lo ahí expuesto.
Resulta importante preguntarse por qué en un país con tantos pendientes el gobierno federal decidió invertir grandes cantidades en impulsar la cultura digital por sobre otras opciones: a qué sector de la sociedad van dirigidas sus acciones, que valores, prácticas y lazos de identidad se promueven sobre otros; y, en términos más generales, qué idea de nación se está construyendo y exaltando.
Múltiples respuestas pueden darse a lo anterior sin agotar el tema. Por lo pronto parece que todo esto nos habla de un gobierno que sigue siendo sordo y ciego a lo que vive la mayoría y que esa seguridad, justicia y prosperidad de la que se hablaba en aquel discurso del 7 de enero, que iluminaría la existencia de las futuras generaciones en México, está aún por construirse.
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