Historia colonial

La cuestión “africana”, ca. 1800

Federico Anaya Gallardo

Gracias al sitio Internet Archive tenemos acceso a un volumen de 106 páginas del acervo de la John Carter Brown Library (Providence, Rhode Island). El libro fue preparado en 1806 en la ciudad de México por Juan López Cancelada, redactor de La Gaceta de México. El redactor traduce y hace la edición a partir de una obra francesa de 1804 (año XIII) escrita por Louis Dubroca en París —obra también disponible en pdf, gracias a la Bibliothèque Nationale de France.

El volumen mexicano lleva el título de Vida de J.J. Dessalines, gefe de los negros de Santo Domingo, con notas muy circunstanciadas sobre el origen, carácter y atrocidades de los principales gefes de aquellos rebeldes desde el principio de la insurreccion en 1791 (México: Mariano Zúñiga y Ontiveros, 1806). Existe una edición facsimilar moderna, de 1983, editada por Miguel Angel Porrúa, que fue utilizada por Johanna von Grafenstein en su ensayo “Jean Jacques Dessalines, fundador de la nación haitiana”, publicado por Secuencia, núm, 5 (1986), pp. 112-122.

El retrato biográfico que hizo Dubroca no era benigno con los africanos insurrectos de Haití —era un francés nacionalista herido por la humillante derrota del gran ejército que el primer cónsul había mandado a Saint-Domingue. La edición de la Biblioteca Nacional de Francia lleva en portada y contraportada el águila imperial de Bonaparte. La tragedia se explica en términos siempre europeos. Fue la perfidia inglesa, no el valor y el coraje de los negros libertos, lo que derrotó a Francia.

López Cancelada tampoco quiere bien a los ex esclavos africanos. Les llama monstruos en su aviso “Al lector”, de dos páginas, y en el inicio de su “Introducción histórico-geográfica”, de ocho páginas, advierte que:

No hay política más errada que la de mantenerse indiferente sobre el bien ó el mal que acaece en las demás Naciones porque no nos toca personalmente. Se engaña mucho un Estado quando cree que no le interesa lo que ha pasado á dos mil leguas de su continente: Es el Mundo político como el físico: el primer móvil da impulso a la masa general, extendiendo su fuerza motriz  de uno á otro extremo [p. 1].

Se trata de una interesante primera versión, racista, del efecto mariposa del que tanto hablamos dos siglos más tarde. El objeto de López Cancelada era alertar a los blancos de Nueva España acerca del grave error de no unirse en contra de las masas esclavizadas:

Sí, nobles Americanos: vuestro tierno y amable corazón padecerá mucho al ver la suerte infeliz de vuestros semejantes [los blancos europeos y criollos de Haití] […] Os conozco á fondo, y por esto siento daros tan penoso rato; pero dispensadme, […] mi objeto solo es haceros presente el mal, para que mejor sepais apreciar el bien.

Para asegurar el efecto, el editor agregó varios grabados que no aparecían en el original francés, como éste, colocado al final de la traducción de la obra de Dubroca (p. 73). El autor es Manuel López López y retrata a Dessalines “con las señales en la mano de sus atrocidades”:

Padre de la patria haitiana visto por un colonialista.

 

Paradójicamente, el ánimo científico social de López Cancelada proveyó a sus lectores mexicanos no sólo con esta visión del “peligroso” y “monstruoso” general, sino también de la traducción castellana de varios textos sobre el nuevo Haití independiente.

Los dos primeros son la “Constitución que se ha establecido en la Isla de Santo Domingo, á conseqüencia de la elevación de Dessalines al título de Emperador de Hayti” (pp. 75-82) y el “Discurso de Dessalines el día de su Coronación, el cual se publicó á toda la isla” (pp. 83-86).

Los constituyentes haitianos declaran en el primer texto que se han reunido como representantes de su pueblo, “en presencia del Ser Supremo, ante quien todos los hombres son iguales” y quien manifiesta “su gloria y su poder por la diversidad de sus obras” (p. 75). ¡Ah, contradicciones eternas del discurso! Hasta cristianos educados muy conservadoramente podrían reconocer que todos los humanos son iguales ante Dios.

López Cancelada fue un fiel traductor. Explica con mucha claridad que el primer emperador haitiano, antes de proclamar la constitución, declaró entre otras cosas lo que sigue:

[…] los implacables enemigos de los derechos de los hombres han recibido el castigo debido á sus atentados […]. Sí, ya hemos devuelto á esos verdaderos Caníbales guerra por guerra, crímen por crímen, ultrage por ultrage […]. Yo no he hecho sino lo que debía, y esto me basta. […] La salud de mis desgraciados hermanos, el testimonio de mi conciencia ¿no son mi recompensa?

Las palabras anteriores las leyeron (o las oyeron leer) las y los aún jóvenes ciudadanos de la América mexicana. Sólo dos años más tarde, leyeron y oyeron leer sobre las atrocidades cometidas en España por los mismos franceses a quienes Dessalines había vencido. Y la España imperial llamó a esos lectores (y escuchas) a apoyar a los patriotas que en la península devolvían al francés guerra por guerra, crímen por crímen, y ultraje por ultraje.

El problema —¿ignorado o despreciado por López Cancelada?— era que en el virreinato mexicano había una tradición de rebeldías. En 1767 la gente de San Luis Potosí, Guanajuato y Michoacán se había levantado por muy diversas causas. Y en aquellos días de enojo, en varias de las provincias mexicanas se oyó el clamor por una nueva ley y un nuevo rey. Sobre esto Felipe Castro Gutiérrez escribió un magnífico libro con ese título, editado por El Colegio de Michoacán y la UNAM en 1996.

Para 1810, muchas y muchos entre la población novohispana habían caído en cuenta que era justo rebelarse cuando la lucha se emprendía en contra de los opresores, más allá de los enredos de alianzas y contraalianzas a que eran tan dados los europeos y los criollos. Y así llegó la guerra social a la América mexicana.

1 comment on “La cuestión “africana”, ca. 1800

  1. «Una nueva ley y un nuevo rey» que librazo…

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