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Historia de los cuerpos

por Marco Ornelas *

¿Es posible imaginar que la comunicación social del paso del tiempo deje su impronta sobre los cuerpos? La respuesta es afirmativa y en este sentido camina Pliegues, la última propuesta escénica de Miguel Mancillas y el grupo Antares, presentada en calidad de preestreno el pasado primero de diciembre en el Teatro de la Ciudad en Hermosillo, Sonora (presentación de ocho bailarines en escena, tres mujeres y cinco hombres, en un solo acto con una duración aproximada de 60 minutos). La exploración del grupo sigue de cerca, literalmente y en seguida veremos por qué, las reflexiones hechas por la sociología desde hace ya algunos años en torno del género, la diversidad sexual, el erotismo y, en general, a propósito de las categorizaciones temporales que la comunicación imprime sobre los cuerpos (niñez, juventud, edad adulta, vejez).

Las apreciaciones que siguen dan por sentado que el “fenómeno artístico” se (re)produce en la comunicación social (en la sociedad), aunque el hecho artístico per se quede establecido, fundado, en la capacidad perceptiva de las conciencias individuales. Desde la sociología del arte, la ciencia social observa al arte comunicar —en este caso a la danza— de manera distinta a como lo hace la comunicación científica. En esta forma, la comunicación artística queda bajo la observación de la comunicación científica de manera que una observación de segundo orden siempre se hace necesaria para la apreciación del fenómeno artístico, sea como sea que éste se defina (véase Niklas Luhmann, El arte de la sociedad, trad. Javier Torres Nafarrete [México: Herder-Universidad Iberoamericana, (1995) 2005]).

Pliegues. Antares, Danza Contemporánea. Foto: Rodolfo Nevárez.
Pliegues. Antares, Danza Contemporánea. (Foto: Rodolfo Nevárez.)

Está claro que existe un tiempo astronómico que la física se ha preocupado por determinar y medir en su transcurso. Este tiempo astronómico queda emparentado con los ciclos de vida de plantas y animales y, en esa medida, con el tiempo biológico de los cuerpos humanos. Sin embargo, no es el tiempo astronómico el que se representa en escena sino más bien la forma en que la comunicación social lo aprehende y expresa en su transcurrir.

El despliegue de los cuerpos y movimientos en el espacio escénico se acompaña en esta propuesta con la verbalización, de parte de los bailarines, de los pliegues corporales identificables en el cuerpo, así como con una voz reflexiva —narración del director artístico con ayuda de una laptop, sentado ante una mesa a un costado del escenario— que ofrece relatos sobre el género, la diversidad sexual, el erotismo y los atavismos sexuales impuestos sobre los cuerpos en distintos momentos de su desarrollo biológico, dando especial énfasis a la inevitable corrupción progresiva de los cuerpos y a las comunicaciones sociales características de los cuerpos usados, maduros y en cierta forma maltrechos, en los que el paso del tiempo imprime huellas indelebles.

Aquí tenemos ya todos los elementos con los que se puede valorar esta propuesta escénica. La rapidez con que se logra centrar el tema (los cuerpos a la luz de su inevitable corrupción) mediante el uso de un discurso sociológico —en principio prescindible en la danza—, tiene desventajas que de inmediato son puestas en escena reflexivamente con la introducción de frases en inglés aquí y allá: hacen evidente las capacidades limitadas del habla frente a las posibilidades universales de los cuerpos en movimiento. El contraste entre el lenguaje hablado y el lenguaje corporal opera en la voz del director y en las voces de los bailarines que auscultan sus pliegues —por demás en forma simultánea, sobrescrita, de forma que hagan patente un sentido que escapa a la formulación hablada—, en tanto que la joven compañía despliega movimientos en el espacio escénico-dancístico. En la experiencia visual dominan el blanco y negro y los tonos grises, gracias a la atinada selección del vestuario (faldillas cortas y trusas en color blanco) de la escenografía (una larga cortina plateada como fondo brillante) y del adecuado manejo de la iluminación (media a tenue).

De esta manera, el espacio escénico se convierte bien pronto en una selección de elementos  (movimientos, discursos, escenografía, música, vestuario) que logra eficaz y consistentemente desarrollar el tema en una obra artística que propone como distinción fundante el contraste escénico entre comunicaciones habladas y la comunicación mediante cuerpos en movimiento.

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