por Agustín Córdova *
En 2000, Vicente Fox se convirtió no sólo en el nuevo presidente de México sino también en un protagonista de la vida e historia nacionales. Sin embargo, de ser un presidente aceptado por la mayoría, pasó a ser uno de los más criticados. Su sexenio se convirtió en un circo cuyo acto estelar resultó ser él mismo.

Uno de los primeros acontecimientos que marcó su cuasi metamorfosis kafkiana fue en el Congreso de la Lengua Española cuando pronunció “Borgues” en lugar de Borges. Posteriormente, la llamada telefónica del 19 de marzo de 2002 con Fidel Castro, otrora presidente de Cuba, dejó a Fox en el centro de la pista de la burla internacional, además de propiciar la cómica frase “comes y te vas”. Después, el 13 de mayo de 2005 Fox intentó exaltar la aportación de los migrantes mexicanos a la economía estadounidense al referir que “están haciendo trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer”, provocando la respuesta de personajes como Al Sharpton, exigiéndole que se disculpara por sus comentarios racistas.
Finalmente, el 12 de enero de 2006 Olallo Rubio transmitió un podcast (aquí el vínculo; óigase en especial del minuto 09:48 al minuto 10:13) donde expuso el “fanatismo” del presidente mexicano por George W. Bush, su mal inglés y su irrisoria capacidad como “estratega económico”:
En el caso mío, allá en el rancho San Cristobal, jugábamos a las canicas, jugábamos al ahogado; donde se ponían todas las canicas y le tiraba uno para irle ganando al compañero. Entonces, las canicas que uno ganaba: vénganos tu reino para acá, y las protegíamos, y las cuidábamos. Así veo yo lo que tengo que hacer por el patrimonio de cada familia.
Otro de los acontecimientos que marcó su administración fue el proceso de desafuero al entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. Desde entonces, la rivalidad entre ambos personajes continúo hasta convertirse en una estrategia política y mediática para ambos.
Ya con Felipe Calderón en la presidencia, Fox salió de la escena política para dedicarse a continuar con sus proyectos personales. A principios del 2012, Vicente regresó a la escena política del país. Se reavivaron las cenizas de su rivalidad con AMLO, además del disgusto de los panistas por haber incitado la intención del voto hacia Enrique Peña Nieto y no a la candidata de su partido, Josefina Vázquez Mota.
Y ya entrados en mota, desde hace algunos meses Fox se ha dedicado a generar un discurso a favor de la marihuana, causando una multitud de comentarios a favor y en contra. Así, en una entrevista publicada por Milenio, cuyo tema central era la legalización de la droga, le preguntaron: “Ya en serio, don Vicente, ¿fue mejor presidente que quién y peor que cuál?”. Y él respondió “Pues mira, me los llevo de calle a todos, incluido [a] Juárez.”
Esparcida como pólvora, su respuesta convocó a propios y extraños a desempolvar los libros de texto, recordar sus clases de historia patria, y hacer de cada cúmulo de pólvora “pequeños infiernitos”. El ayuntamiento de Oaxaca lo declaró persona non grata. Silvio Aureoles calificó el comentario como una “broma de mal gusto” y dijo, peor aún, que a Juárez “lo avala el juicio de la historia”. Luis Alberto Villareal, con la misma idea trasnochada sobre la historia, dijo que “Al final del día, la historia pone a cada quién en su lugar” (ambos comentarios, aquí). Gabino Cué exclamó “no queremos que agravien a nuestros héroes históricos”. Fox respondió a las críticas con una mala lectura e interpretación del tratado de McLane-Ocampo, asegurando que con él se vendió territorio mexicano a Estados Unidos y, por ello, que fue “casi una traición a la patria” (aquí la nota de El Universal).
No cabe duda que nos encontramos ante un personaje sui géneris, un político que ha sabido aprovecharse de sus propios descalabros, que conoce mejor que nadie el momento y las palabras adecuadas para acalorar el ambiente nacional. Si lo planea no le sale. Así es Fox: genio del humor involuntario.
Banalizando, ¿y la perspectiva histórica?
Me gustaMe gusta
Gracias por su comentario, bastante acertado. Quizás en la parte final, por cuestión de extensión, faltó concretar la idea.
Me gustaMe gusta
Agustín:
¿Fox un genio?
Como dijera Julio Scherer: Fox es un pendejete… Ni siquiera puede aspirar a ser pendejo.
Me gustaMe gusta
Era en sentido retórico, sarcástico. Obviamente, para nada ha dado dotes de «genio».
Me gustaMe gusta