Conmemoraciones

Fuentes de la “conquista”

Edna López Sáenz

1.

“Hételas aquí que llega en ese preciso instante don Hernando Cortés, blanco como los inviernos en la sierra de Gredos, duro como la tierra de Medellín y Trujillo y con una barba más vieja que él.” El Hernán Cortés de la novela corta Los naranjos o los círculos del tiempo, de Carlos Fuentes (México: Alfaguara, 2016 [1993], p. 20), es la imagen que tenemos muchos mexicanos en el inconsciente colectivo: un esforzado capitán que “conquistó” un continente acompañado de 500 valientes. Dice Fuentes: “Nunca pudo un indio encontrar la manera de vencer a un jinete castellano armado y éste es el verdadero secreto de la conquista” (p. 19).

¿Es cierto? El análisis de las diferentes fuentes revela que no. Los documentos históricos de tradición indígena o castellana nos dicen que el factor sorpresa no estuvo por mucho tiempo del lado de los españoles. Los caballos no fueron un arma decisiva, pues los pueblos mesoamericanos aprendieron muy pronto a no pelear en campo abierto; con esto se les restaba la mayor de las eficacias a la caballería. Otro factor es que no todos los soldados españoles traían consigo un caballo ni una armadura completa, la que, además de ser muy costosa, era poco funcional en terrenos y climas como los mesoamericanos.

La conquista de Tenochtitlan sucedió durante 1521; eso es un hecho histórico. Sería más preciso si decimos que la Excan Tlahtoloyan perdió entonces el predominio sobre sus territorios tributarios. No sería real considerar que el resto de los pueblos mesoamericanos fueron entonces sometidos durante ese mismo año. Por ello sería mucho más preciso utilizar el término conquistas, que tuvieron efecto años después o que hasta la fecha no se logran consolidar del todo. Un ejemplo de esto son los pueblos wixáricas, que habitan el oeste central del país, en la sierra madre de Nayarit en su mayoría, o el pueblo maya, que da ejemplo de conservar sus tradiciones y cultura.

¿Cómo es posible esto? ¿Hasta dónde los pueblos mesoamericanos fueron sometidos durante el siglo XVI y qué de cierto hay en la imagen de la conquista de México hecha por Cortés y sus 500 valientes? Pienso que no mucho. Es verdad que los españoles ganaron Tenochtitlan, pero eso no implicó que la conquista de todos los pueblos mesoamericanos sucediera como resultado de la caída de la gran ciudad. Fue un proceso que llevó no sólo años; hablamos de siglos de tratar de someter a los pueblos mesoamericanos y aridoamericanos.

Otro de los factores realmente importantes es que la conquista de la ciudad se dio como resultado de un cúmulo de hechos sociales, políticos y económicos. Los mexicas mantenían sometidos a numerosos pueblos; ello creó un descontento social por los tributos que dichos pueblos entregaban a la Excan Tlahtoloyan. A la llegada de los españoles se dio una alianza con ellos. Quiero resaltar la figura de Hernán Cortés como la de un estratega político más que la de un capitán de armas, que además desconocía la forma de hacer la guerra de los mesoamericanos, lo que lo puso en singular desventaja: “E yendo de la manera que he dicho, cerca de unos montes breñosos comenzó a dar voces […]  para que salieran a nosotros escuadrones de gente de guerra, que tenían en celada para nos matar […] vinieron con gran furia […] que a la primera rociada de flechas nos hirieron quince soldados […] y con lanzas a manteniente nos hacían mucho mal.” Esta cita, de Bernal Diaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (México: Austral, 2019, pp. 12- 13), es un ejemplo de las muchas dificultades y peligros a los que se enfrentaron los españoles en territorios desconocidos.

Al llegar a Cempoala y conocer a Xicomecóatl, Cortés consiguió su primera alianza y, a la vez, se enteró del descontento social de los pueblos tributarios. Con esto logró vislumbrar el camino que siguió, dado que en realidad, a su llegada a Mesoamérica, el dicho capitán no tenía planes claros de lo que sucedería; mucho menos de la situación tan compleja de los pueblos nativos. Todo esto, claro, apoyado en sus “lenguas”, Jerónimo de Aguilar y Malitzin, quienes se encargaron de traducir al español las quejas acerca de las pesadas condiciones a las que eran sometidos los pueblos totonacos tributarios a Moctecuzoma. Fue también Xicomecóatl quien le recomendó avanzar a la gran ciudad y buscar la alianza con los tlaxcaltecas. Así Cortés se informó del contexto de los pueblos y lo usó a su favor.

Después de múltiples vicisitudes y la primera confrontación con los tlaxcaltecas, Cortés logró la alianza con ellos, lo que le permitió ganar la ciudad. Pero no sólo se alió con los tlaxaltecas. Su siguiente alianza fundamental la logró al conocer al “príncipe” acolhua Ixtlilxóchitl. Es justo entonces decir que la llamada “conquista” puede analizarse como la búsqueda de los pueblos mesoamericanos por hacer caer el sistema imperante de la mano de su aliado español y no a la inversa.

Entonces, ¿cuándo se nos dio a los mexicanos la imagen del conquistador, con una brillante armadura completa y feroces caballos, que conquistó a una multitud de pueblos atrasados, asustadizos y traidores? La imagen de la conquista en el inconsciente colectivo mexicano no radica en el siglo XVI ni en las fuentes primarias para su estudio. Es por el contrario una construcción capitalista moderna, como explica Bolívar Echeverria. Para Echeverría, en la modernidad capitalista “el ser humano se encuentra sometido bajo una versión metamorfoseada de sí mismo en la que él mismo existe, pero como valor económico […] el ser humano se enajena como valor mercantil capitalista y se esclaviza bajo esa metamorfosis sustitutiva de sí mismo.” (Modernidad y blanquitud [México: Ediciones Era, 2016], p. 32). Esto fue lo que pasó con la llamada conquista de México: se sustituyó la historia por una imagen que dio preferencia a nuestra raíz española e impuso el desprecio a nuestros orígenes indios y negros; con un desconocimiento profundo de la verdadera historia y sus consecuencias. Esta sustitución no es privativa de ese periodo histórico: fue una estrategia que buscó blanquear al mexicano y occidentalizar su pensamiento; esto es, crear una identidad única y moderna que mirase hacia el occidente como fuente de inspiración civilizatoria, con un sentimiento disipado y confuso de orgullo por la piedras del pasado, pero mirando con desprecio a las y los mexicanos nacidos en pueblos indígenas, tachándolos de causa de atraso como mínimo.

Durante décadas, el estado priísta buscó describir la conquista de México como un punto de origen donde el padre de la nación era un guerrero valiente y diestro. Nace entonces la figura del gran conquistador y la de una madre de la cual no debemos sentirnos orgullosos: Malitzin es presentada como una traidora a su pueblo, cuando se ha demostrado que en Mesoamérica no existían unificación estatal y por tanto no existía un solo pueblo. Sin embargo, se le dio a ella el amargo papel de representar a la malvada mujer que traicionó a sus hermanos. En tal disyuntiva, ¿de cuál de tus padres sentirías orgullo?, ¿qué herencia preferirías? Dice Bolívar Echeverria:son precisamente aquellas determinaciones identitarias que estorban en la construcción del nuevo tipo del ser humano requerido para el buen funcionamiento de la producción capitalista y sus mercancías y que deben ser sustituidas o reconstruidas de acuerdo a la versión, puritana o protestante-calvinista del ethos histórico capitalista” (Modernidad y blanquitud, p. 59).

2.

El naranjo es una novela corta. Carlos Fuentes tiene por tanto la libertad de la ficción, que no discutiré. Pero tratándose de un autor al que se le homenajeaba como uno de los principales intelectuales de la época, y al que se entregaban premios, espacios, reconocimientos a granel, sus palabras no fueron tomadas como una simple ficción y sus lectores creyeron en la veracidad de los hechos o al menos, de su interpretación. Fuentes fungió como un aliado en la construcción del concepto conquista de México con el que se buscó la aculturación ideológica más que la explicación de los hechos históricos.

Fuentes muestra en El naranjo un manejo de fuentes excelente y exhaustivo. Usa como ejes de su historia a las “lenguas” de Hernán Cortés: Jerónimo de Aguilar y Marina o Malitzin. A través de ellos nos presenta al conquistador justo, afable y valiente, y también a un par de traidores. Aguilar y Malitzin son los principales causantes de la matanza de Cholula en 1519 y del asesinato multitudinario del Templo Mayor en 1520: “La hembra diabólica lo estaba traduciendo todo, la tal Marina hideputa y puta ella misma había aprendido a hablar el español, la malandrina, la mohatrera, la experta en mamonas, la coima del conquistador, me había arrebatado mi singularidad […] la Malinche le había arrancado la lengua española al sexo de Cortés, se la había chupado, se la había castrado sin que él lo supiera, confundiendo la mutilación con el placer” (p. 33). Podemos ver lo que la prosa de Fuentes aportó a la construcción de la idea de la conquista de México.

Fuentes fue leído por innumerables educadores, que creyeron que sus palabras no eran el resultado de una imaginación prolija sino como la “verdadera historia de la conquista”. Por eso, desde mi punto de vista, es uno de los principales aliados del sistema imperante durante la segunda mitad del siglo XX, que logró avergonzar a muchos mexicanos, mostrando que su madre primera era una mujer inmoral y traidora a un pueblo crédulo y débil. ¿Quién trataría de identificarse y sentir algún tipo de orgullo en tales circunstancias?

Bolívar Echeverría comenta que “por lo general las masas identificadas en la realización de un proyecto histórico estatal de alguna empresa compartida de acumulación de capital, […] son masas dotadas de una identidad de concreción falsa, como diría el filósofo Karel Kosík, pero concreta al fin, que tiene una identidad nacional” (Modernidad y blanquitud, p. 59). Ésta es una de las razones por la cual el pueblo mexicano tiene serias dificultades con sus orígenes y su identidad nacional. Con la premisa ya comentada es complicado definir su identidad, como el resultado de la interacción de diversas culturas y raíces de las cuales podemos estar orgullosos.

Si nos despojamos de la historia priísta maniquea y nos adentramos al estudio de las fuentes y las investigaciones recientes que buscan comprender épocas, personajes y hechos podríamos dar paso a una nueva versión de nuestra historia que permita reconciliarnos con nuestro pasado y transitar al presente con una verdadera identidad nacional libre de odios, pero fundamentada en hechos históricos y no en falacias; una historia que reconozca que no hubo una conquista de México como resultado de la caída de México-Tenochtitlan sino conquistas diversas a partir de la irrupción española; que Hernán Cortés demostró ser un hábil político que supo aprovechar la coyuntura histórica para convertirse en aliado de los enemigos de México-Tenochtitlan; una historia, en suma, que resalte la importancia de los pueblos mesoamericanos inconformes con el estado mexica y que recuerde que la conquista ocurrió en tiempos diversos, y que aún hoy existen pueblos mayas, wixáricas, taraumaras, mixtecos, zapotecos, triquis, yaquis o hñähnus que no se consideran pueblos conquistados.

8 comments on “Fuentes de la “conquista”

  1. Carlos Ysunza

    Muy interesante artículo que hace más lógica la explicación de la historia posterior a 1521, ya que justo es difícil pensar que un capitán, por brillante estratega que hubiese sido y 500 hombres, hubiesen conquistado a tantísimo pueblos en un territorio enorme y agreste. Por otro lado también ayuda a desmitificar al «genio» de Cortés, así como la figura de «súper héroe» que algunos historiadores le han asignado, como es el caso de William H. Prescott en su libro «Historia de la Conquista de México» que a mi, sin ser historiador y muy lejos de, ya que solo soy un aficionado a la historia, me pareció un tanto chocante y hasta una especie de proyección de las ideas y fantasías del autor.
    Igualmente valiosa el para mi, la visión capitalista de la historia que se nos ha inculcado.

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    • jaime montell

      bravo por edna!!! carlos fuentes esta jodido y no estuvo a la altura de se fama, por lo menos en esa novelsa. Es tiempo de desenmascar los mitos de la mal llamada conquista, error en que yo cai cuando se publico mi primer libro y que estoy tratando de corregir. Para los 13 años posteriores hay buena informacion en mi libro Mexico: el inicio, que tuvo pocas oportunidades de darse a conocer. Un abrazo a distancia . Jaime Montell

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  2. María Antonieta Canseco

    Disfruté mucho el breve ensayo Edna López Saenz pero tengo algunas precisiones que agregar. El libro de Fuentes al que alude no es una novela sino un libro que reúne cinco cuentos largos. Cabe señalar además que Fuentes no es historiador y nunca se jactó de ello, ni su obra puede ser establecida como fuente histórica; como la propia autora señala es una obra de ficción.

    Tampoco cita en ningún momento a Federico Navarrete y su libro ¿Quién conquistó México? publicado en Octubre del 2019 por editorial Debate del grupo editorial Penguin Random House. Quien establece precisamente la dificultad de dar una respuesta simplista a dicho cuestionamiento.

    Navarrete señala que lo que se vivió en ese momento fue una guerra mesoamericana donde algunos ejércitos nativos lucharon junto con los españoles contra las otras etnias que los tenían dominados. Dice también que por ello fue la también la conquista de los españoles, ya que se fundó un nuevo régimen político centralizado qué sustituyó el dominio de la Triple Alianza encabezada por los Mexicas. Esto último no puedes ser desconocido ya que se estableció la imposición de la supremacía española, su cultura y su religión. Señala también que es precisamente la incomprensión de nuestros dos orígenes lo que hace que ese momento de nuestra historia sea un pasado que no termina de pasar, que siga siendo presente.

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  3. Alejandro Bernal

    Hola María. No existe ningún genéro literario llamado»cuento largo». Por el contario, si existe el género denominado: novela corta (las dos orillas; titulo de la novela corta citada en el artículo, no es un cuento ya que tiene una estructura diferente a la del cuento).
    Es muy común confundir la novela corta con el cuento, debido principalmente a que la novela corta es un género hibrido y, aunque existen diferencias estructurales muy claras que diferencían las novelas cortas de los cuentos, los estudios y análisis son relativamente contemporáneos.
    La digresión es, por citar un sólo ejemplo, una de las caracteríscas que diferencían las novelas cortas de los cuentos; estos últimos no admiten digresiones en su estructura. Además, debo aclarar que, el género novela corta no se refiere propiamente a la extensión (aunque si son menos extensas que una novela y más abundantes que un cuento), no es la extensión lo que caracteriza al género, existen novelas cortas de entre veinte y treinta páginas y otras de casi 200.

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  4. Edna López Sáenz

    ¡Gracias! querido Jaime, va el abrazo fuerte de vuelta.p

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  5. Julio Franco

    Excelente artículo, lo disfruté de principio a fin. Una nueva historiografía está fraguándose en México, ha cuajado muy lentamente y es irrefrenable.

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  6. Marco Ornelas

    Felicidades por el artículo aunque la descalificación de la visión de Carlos Fuentes de la Conquista a partir de una obra menor es, por decir lo menos, efectista. Para una perspectiva menos sesgada recomiendo el estudio de Santiago Juan Navarro (2002). El teatro de la memoria de Carlos Fuentes. Posmodernismo y metaficción historiográfica: una perspectiva interamericana. Valencia: Universitat de València, 47-103. Para mayores señales:
    https://b-ok.lat/book/827453/58d05d?regionChanged=&redirect=40430328

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