por María José Garrido Asperó *

El día de ayer (31 de agosto de 2016), como lo hago los lunes y miércoles desde hace algunos años, acudí a impartir la clase “Historia de México I” en el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Por ello me enteré que el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, José Antonio Meade, asistiría al auditorio de la universidad, y que el secretarío de Educación Pública había pospuesto su asistencia por razones desconocidas —según me comentaron diversos estudiantes.

No acostumbro participar en esa clase de reuniones porque no creo, en términos generales, en la clase política mexicana. Como muchos, soy una ciudadana preocupada por la situación que atraviesa el país. Me lastiman la pobreza, la desigualdad y la inseguridad. Me molesta en extremo cómo se manipula la información y se lucra con la pobreza económica y cultural de los mexicanos. Me agravia la corrupción de la que unos cuantos han hecho un modo de vida. Me decepciona profundamente la escasa calidad ética que, como sociedad, hemos mostrado ante acontecimientos recientes minimizando hechos graves, trascendentes.

Pero lo que me parece un verdadero exceso ante toda esa situación (que no es sexenal) es el cinismo, la burla de la que somos objeto los mexicanos. Como muchos académicos, he leído la impecable investigación publicada en el portal de Carmen Aristegui sobre el plagio que cometió el señor presidente Enrique Peña Nieto. Para colmo, sospecho que podrían añadirse otros fragmentos como evidencia del hurto que cometió; habría que contrastar, por ejemplo, el libro La independencia de México: Ensayo histórico, de Alberto Morales Jiménez (México: Secretaría de Gobernación, 1960), 51 y ss —que no se cita a pie de página ni se incluye en la bibliografía— con las páginas 27 y 28 del trabajo que presentó el entonces estudiante Peña Nieto para obtener el título de licenciado en derecho y su correspondiente cédula profesional, expedida por la SEP.

El secretario de Desarrollo Social. (Foto: Luis Cortés-El Universal.)
El secretario de Desarrollo Social. (Foto: Luis Cortés-El Universal.)

Por esas razones decidí acudir al auditorio del ITAM a escuchar la presentación de un secretario que públicamente ha minimizado el plagio. En la plática mostró datos estadísticos que, según él, “demuestran” que, en términos de pobreza, el país va bien. Va bien porque tenemos más y más lavadoras de ropa; porque, en particular, en los estados de Guerrero, Chiapas y Oaxaca cada día hay más lavadoras. Para no extenderme en la pobreza del argumento, pues no explica la pobreza ni la realidad que se vive en diversos espacios del país (menos aún en esos estados), recordé un texto que leí cuando era estudiante de la licenciatura. Mi profesor Antonio Ibarra nos hizo leer un texto que cuestionaba lo que debía hacerse o no con los datos numéricos. El texto discutía que, antes de la guerra de secesión, los esclavos en Estados Unidos habían sufrido algo así —no recuerdo de manera exacta— como 0.7 (cero punto siete) azotes en su vida. Vaya, ni uno. O sea que no les había ido tan mal. Y de ahí todo un ejercicio de interpretación en el que no me detengo. El sentido de ese texto y del que fue mi profesor era hacernos reflexionar sobre el valor de las fuentes estadísticas y sobre los límites de los datos cuantitativos para interpretar la realidad.

Cuando concluyó el secretario Meade pedí la palabra. Una vez que la obtuve, y tras la presentación y el agradecimiento de rigor por su presencia, comenté la lectura que hice cuando era estudiante, invitando a los alumnos que ahí estaban a ser más críticos con la información. Después le solicité que hiciera alguna reflexión en relación con la honestidad de los estudiantes.

Su respuesta fue extraña. Se puso a hablar, creo, de futbol americano. Dijo algo así como que cuando un jugador (quién sabe quién) lesiona a otro (quién sabe quién) no es culpable porque no lo hace con esa intención. Espero que el próximo lunes espero que alguno de mis alumnos me explique lo que quiso decir Meade. Tal vez de plano no entendí esa parte de su respuesta.

En varias ocasiones hizo mención del caso, que si el caso esto y el caso lo otro pero nunca dijo de qué caso hablaba —lo que fue raro, pues yo lo invité, como egresado del ITAM y funcionario público de primer nivel, a reflexionar sobre la honestidad. En ningún momento mencioné las palabras tesis, presidente o plagio. Por supuesto, todos los que estábamos ahí sabíamos de qué caso estábamos hablando y yo sabía y sé cuál era la intención de mi pregunta. Para acabar, afirmó que el caso en cuestión había cumplido con todos los requisitos. Es decir, el secretario Meade avaló el caso en cuestión y negó validez —vaya: ni siquiera mencionó— al dictamen elaborado por la Universidad Panamericana en la que se acepta que sí hubo robo.

Ante tal respuesta, decidí abandonar el auditorio.

Sólo me resta decir que a consecuencia del reportaje publicado por Aristegui Noticias he incorporado en mi curso una serie de ejercicios que tienen la intención de enseñar a mis alumnos metodología básica de investigación… es decir, a fichar. Espero demostrarles lo que es evidente y que ellos mismos elaboren su propio juicio.

10 comments on “El caso del caso

  1. Con todo respeto,no es una critica a su persona.Pero creo que la institucion y egresados que mas han mentido sobre el pais en los ultimos sexenios,es la institucion en la cual trabaja.Saludos.

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    • su comentario omite la pluralidad y diversidad de una institución. Sería como reducir la UNAM o su Facultad de Derecho de la época priísta a Miguel Alemán… Miguel de la Madrid y los presidentes intermedios y sus gabinetes. mejotr lea con cuidado el artículo.

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  2. Lo leí con atención, mi interpretación puede ser distinta a la de otros o muchos lectores.en todo caso el problema es de quien emite el mensaje y con respeto le pregunto ¿Quien me contestó el ITAM o usted?Bueno el unilateralismo en este caso es de los dos.Saludos.

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    • lo leyó con tanto cuidado, que únicamente supo comentar, sin conocimiento real, sobre el lugar de trabajo de la profesora Garrido.

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      • espacio donde, por cierto, la profesora Garrido tuvo la LIBERTAD y el VALOR de enfrentar al secreatrio meade.

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      • Don Pedro Salmerón me da gusto que entre usted a este microdebate,usted es un Historiador de gran reconocimiento y es un honor que se tome la molestia de comentar.Nunca hablé mal de la profesora Garrido,entiendo que usted también labora en el ITAM.Pero insisto mi comentario es que esta Institución y de ella han salido quienes han dado una imagen de país que solo ellos ven.es la filosofía de la Institución.Claro debe haber alumnos y maestros que no esten de acuerdo con ello,pero la imagen del ITAM es la de formadora de los cuadros dirigentes que nos han gobernado y lo siguen haciendo.Le agradezco y mi reconocimiento.

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  3. Gobernando mal por cierto y repito, nunca hablé mal de la profesora Garrido,usted así lo interpreta,respeto su punto de vista.Otra vez muchas gracias.

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    • y la imagen de la FD-UNAM de 1946 a 1988 era la misma exactamente que ud tiene del ITAL, sin adevertir matices. Por cierto… ¿por qué no reclamamos a MI UNAM de la misma manera que a la UP para que le retire el título a Peña?, ¿por qué tratamos a las autoridades de la UNAM con otro raseroo?
      Curioso.

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  4. Carlos augusto oseguera sanchez

    Este pais,lo construyo la UNAM Y SUS EGRESADOS,tal vez mal,pero asi se dieron las cosas.Me quedo con su opinion..Gracias y mis respetos,uno de los libros que mas me han gustado,por su obsesion y manejo de fuentes es «La division del norte» y claro donde habla de los falsificadores de la Historia,mi admiracion para ustd,,mis disculpas a la maestra y con el beneficio de la duda,no me gusta el ITAM,tal vez sea ideologico y no sustentado.Gracias,cuando lo leo siempre aprendo.

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