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¿Nazis entre nosotros? (segunda vuelta)

por Pedro Salmerón Sanginés *

1.

¿Nazis entre nosotros? Sí. No sólo elementos dispersos como los que consigné hace año y medio en este espacio. He visto la punta de un iceberg de redes semiclandestinas a través de docenas de blogs, foros y páginas de internet. Según estas mismas redes, parece que la más importante es Visón blanca, que se definía así:

Una organización nacionalsocialista cuyos ejes ideológicos […] son el nacionalismo criollo y el separatismo blanco. Nos declaramos nacionalsocialistas, pues los nacionalistas blancos contemporáneos somos los herederos espirituales de esa grandiosa cosmovisión paneuropea. Por nuestro origen étnico, nos identificamos como eurodescendientes y euroamericanos, por lo que respetamos a todas las naciones blancas alrededor del mundo, teniendo como objetivo primordial la protección, conservación, vigorización y expansión de nuestra raza blanca, en general la que habita en Iberoamérica, y la de México en particular.

El nacionalsocialismo —añaden— busca la conservación, la expansión, el orgullo y la pureza de la “raza blanca” y “por añadidura” somos “anticomunistas o antisemitas”

Más de una docena de páginas, que dicen representar a redes y grupos organizados, repiten estas argumentaciones y “definen” a la “raza blanca” en México de las más diversas formas. Además de ellas, y de manera excepcional pues ahí se expresan libremente las opiniones de foreros anónimos (anónimos y cuidadosos de su identidad: los administradores les advierten reiteradamente que no utilicen nombres reales ni suban fotografías), está la sección latinoamericana de un foro nazi y “supremacista blanco” de alcance global: en el que participan al menos dos centenares de “mexicanos”. Y si lo pongo entrecomillado es porque la mayoría de ellos rechazan el gentilicio.

Imagen tomada de Vision Blanca.
Imagen tomada de Vision Blanca.

En efecto, un forista señala que es bueno estar entre “otros blancos de Latinoamérica. Yo soy de un país infectado por fétidos simios y otras aberraciones genéticas.” Otro define: “el sustantivo mexicano y el adjetivo blanco simplemente no caben en el mismo sintagma. Su lema es ¡No soy mexicano, soy criollo!” y añade: “El termino criollo tiene que resurgir y ser escuchado, los criollos se tienen que unir o pronto serán mestizos mas de país tercermundista esclavo de ju$ios.” Otro forista señala: “El odio antiblanco está promovido por los judíos, que son los únicos que sienten odio y rechazo por los blancos como comunidad en general.” Uno más, hablando de los movimientos antinazis europeos, dice:

Si los negros conviven con nosotros no es porque ellos tengan un plan preparado para eliminarnos… ¿crees realmente que los negros piensan eso?, ¿crees que han estado maquinando ese plan? Yo diría que no tienen ni idea. Los negros nunca han sido un enemigo para nosotros. El enemigo es el que los utiliza para hacernos desaparecer […] a nivel general, la raza negra no tiene un plan contra los blancos, ni los chinos, árabes o indios. Los judíos sí.

2.

Más numerosos y menos clandestinos resultan los seguidores de tendencias que se identifican como “nacionalistas católicos”, “hispanistas” o “ultramontanos”, una derecha mucho más tradicional estudiada con seriedad por autores como Ricardo Pérez Montfort, Tania Hernández y Octavio Rodríguez Araujo. Sus páginas y sitios remiten invariablemente a Los protocolos de los sabios de Sion o los libros de Salvador Borrego Estrada. Recientemente, su discurso de odio ha venido creciendo en intensidad.

A diferencia de los grupos abiertamente pronazis, algunos de estos tienen una bien estructurada visión de la historia de México:

Desde la caída del imperio de Iturbide en 1823[,] la revolución universal tomó el poder político en Méjico [siempre con J] y se incrementó en forma progresiva el ataque iniciado desde la mitad del siglo XVIII. Se desorganizó el ejército nacional y las instituciones y fuerzas sociales del país, por medio de diversas estrategias, entre las que sobresalen: el incremento y legalización de la usura y el monopolio, la enseñanza laica y positivista y la difusión libre del error y del mal.
Solamente la iglesia católica sobrevivía a los rabiosos embates de la revolución judaico-masónica. Pensaron que después de más de 150 años de felonías, el terreno estaba suficientemente abonado para continuar su plan: destruir a la iglesia y a todo vestigio de civilización católica.

Hay numerosos reportajes sobre el resurgimiento del “fascismo nacional-católico” en México y su rechazo a las posiciones del papa Francisco (como éste). Las organizaciones que se pueden encontrar multiplican sus nombres: Acción Nueva Hispania Monterrey, Libre Opinión, Combat 18 Nuevo León, Combat 18 Nueva Galicia, Frente Femenil Méjico, Blood & Honour División México, T.O.T. Méjico y Unión Skinheads.

3.

Hay numerosos puntos comunes entre estos grupos nazis y ultramontanos, todos los cuales pueden caracterizarse como define al fascismo Enzo Traverso en La historia como campo de batalla (México: Fondo de Cultura Económica, 2013): por sus rechazos

— a la democracia, la igualdad y el liberalismo político;
— a la alteridad de género de los homosexuales y de las mujeres que no aceptaban su posición subordinada;
— a la alteridad social de discapacitados físicos o intelectuales y la de los criminales, que se expresa como rechazo a lo “degenerado”, “decadente”, “enfermo”;
— a la alteridad política de los anarquistas, comunistas y “subversivos” en general, manifestada en un anticomunismo militante y la denuncia de “conspiraciones mundiales” al servicio de los enemigos de la nación y la raza; y
— a la alteridad racial de los judíos y los pueblos colonizados.

Estos rechazos, particularmente el racismo convertido en antisemitismo, se expresan mediante un lenguaje de odio y calumnia sistemáticos que al final llevaron a amplios sectores de la población europea a tolerar el genocidio. (E. Traverso muestra también a los actuales historiadores que han probado el conocimiento del holocausto en marcha, de amplísimos sectores del pueblo alemán, y cómo los llevó a ello la sistemática propaganda racista.) Otro elemento clave del discurso es el rechazo de la dicotomía “izquierda-derecha”.

El antisemitismo conspiranoico lleva a numerosas corrientes políticas de los más diversos orígenes, a convertirse consciente o inconscientemente en apologetas del nazismo (véase, por ejemplo, este sitio). En México, este antisemitismo disfrazado de antisionismo aparece de diversas maneras. El odio cambia de ropaje pero su sentido permanece e inunda el internet, como señaló Jean Meyer hace un par de años. Por supuesto, al hablar de racismo, de odio y de estridencia en las redes sociales, no podemos eludir el nombre de Alfredo Jalife-Raheme y su red de odio. Un odio que, como dice Jean Meyer, “ha dejado de ser vergonzoso y es cada día más abierto, sin tapujos ni complejos”.

6 comments on “¿Nazis entre nosotros? (segunda vuelta)

  1. Felicidades, muy interesante y actual. Ahora que estamos en periodo «vacacional» no está de más recomendar la lectura de «La literatura nazi en América», una inteligente ficción (?) de Roberto Bolaño, de donde retoma uno de sus personajes para su siguiente novela, «Estrella distante». A propósito de la ubicuidad y banalidad del mal…

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  2. Pedro Salmerón

    jajaja GRACIAS, nomás que nunca me ha gustado Bolaño 🙂

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  3. Pedro! que gran articulo! es genial sabes? yo creo que el antisionismo y el anticomunismo llevan a una trampa que se llama antisemismo, y de alli llevan a otra serie de cosas y perjuicios raciales, tal vez sucede porque debemos de ver bien que debe uno leer y asi no equivocarse, Felicidades amigo! yo te sigo en el facebook!

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  4. Todo iba bien hasta que afloró tu fijación por Jalife; parece que construiste el artículo solo con la intención de atacarlo. Lástima.

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    • Herminio

      En realidad dejo varias horas de trabajo con la única finalidad de atacar a Jalife, «NAZIS ENTRE NOSOTROS», «APOLOGETA DEL FACISMO», ¿realmente le duele algo?.

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  5. El rechazo de la bandera y gentilicio también están hecho desde el anticentralismo.

    Cuidado con afirmar ese tipo de cosas, o hacerlas extensivas a otros grupos, sin el debido cuidado semiótico.

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