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La destitución es apenas el comienzo

por Aurora Vázquez Flores *

Una de las preocupaciones fundantes del Observatorio de Historia y —como uno de sus proyectos— de este blog, es la de la generar un espacio en donde profesionales del pasado, y quienes aspiramos a serlo, podamos confluir y argumentar problemas de aquellos que no suelen discutirse en los trabajos de tesis o en las presentaciones en coloquios. Abrir debates de temas surgidos en nuestro presente y que no pueden ser dejados de lado en el intento colectivo de producir conocimiento sobre el pasado.

Creemos, también, que la información resulta condición necesaria para esta labor. Es por ello que, tras la sesión extraordinaria del Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en donde se decidió la destitución de Boris Berenzon, fue publicada una nota narrando lo sucedido. Una vez generada la información, igual, o más importante, es participar de la discusión surgida en torno de ella.

La honestidad intelectual como un asunto cotidiano, desde el aula hasta el podium.
La honestidad intelectual necesaria en la cotidianidad, desde el aula hasta el podium.

Parece que el tema más evidente traído a flote por el caso de Boris Berenzon es el de aquello conocido popularmente como cacicazgos académicos. Grupos con intereses en común dentro y fuera de la universidad que resultan en la inamovilidad de ciertxs profesorxs en materias optativas y obligatorias, en el favoritismo en los concursos de oposición de asignaturas, proyectos de investigación, asignación de becas… y la lista sigue. El problema, como denuncias anteriores lo señalan, se encuentra muy bien ejemplificado por cosas como el artículo 51 del Estatuto del Personal Académico de la UNAM, gracias al cual es posible la contratación de personal académico «para la realización de una obra determinada», con lo cual son abiertas plazas “a modo” cuya definitividad se obtiene mediante un posterior concurso de oposición.

El escudo que profesorxs e investigadorxs hacen en sus títulos y premios —como refirió en este mismo espacio Luis Fernando Granados— impide la rendición de cuentas e incluso la sana discusión del contenido de las cátedras que son comunes a todos los alumnos del Colegio de Historia en la FFyL.

La siguiente cuestión tiene que ver con la responsabilidad que pueden o no tener lxs tutorxs y sinodales de las tesis de Berenzon. Los comentarios expresados por algunxs profesorxs de la facultad a este respecto tienen que ver con la imposibilidad, como tutorxs o sinodales, de conocer al pie de la letra todas y cada una de las fuentes consultadas por lxs tesistas para su posible fiscalización. Ello tiene dos posibles consecuencias; que sólo sería posible la dirección de tesis en cuyos temas se es expertx —es decir, de aquellas pocas o muchas cuestiones ya investigadas por ellxs—, o que lxs tutorxs se verían obligadxs a realizar ellxs mismxs la parte de la investigación que conocemos como “estado de la cuestión” para cada tesis dirigida. Me parece que, sin embargo, esto no deslinda a lxs tutorxs de la responsabilidad compartida como guías de la investigación —que no como policías de la misma—. Si la dirección de tesis ayuda a conformar gruesos currículums y resulta en el recibimiento de estímulos económicos, entonces debería también significar la posibilidad de que lxs tutorxs sean llamadxs a cuentas, especialmente en casos tan ominosos como el de Boris Berenzon.

El tercer asunto planteado es el de la naturaleza misma de la resolución del Consejo, que determinó para Berenzon la más alta de las tres posibles sanciones establecidas por la legislación universitaria (extrañamiento, suspensión y destitución). Si bien el plagio no está tipificado por la legislación, se consideró que la recurrente falta del uso de comillas es muestra de la deficiencia en la investigación, y por ello la sanción. Esto significa que fue evaluada su calidad como investigador en los términos de una comunidad científica, cuyos requerimientos básicos de rigor nos permiten construir conocimiento de manera colectiva. Su calidad como individuo, afectos personales u origen familiar no fueron tema de debate, pues ninguna relevancia tienen para la discusión de sus deficiencias en la investigación.

Éstas no son sino tres aristas del complejo entramado de cuestiones que nos plantea el caso de Boris Berenzon. Si bien la sanción decidida por el Consejo Técnico es un paso acertado, lo deseable es que sea sólo el comienzo de una reflexión de largo aliento, que trascienda las particularidades y que no cese de cuestionar nuestra labor del día a día.

6 comments on “La destitución es apenas el comienzo

  1. Claro que es difícil que los tutores y lectores conozcan palabra por palabra toda la bibliografía que usan sus tesistas, pero hay herramientas informáticas que fácilmente detectan plagios o similitudes sospechosas. La falta de conocimiento, o al menos uso, de estos recursos es también una carencia de nuestra institución, que podría explorar opciones tan simples como ésta para asegurarse de no ser una generadora de investigaciones de calidad dudosa.
    Aquí un llano ejemplo de dichos recursos:
    https://sites.google.com/site/realizartrabajos/plagio/detectar-el-plagio

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  2. cipactonal

    ¿Pueden dejar de escribir con X? Han llevado hasta el absurdo dicho tema. Xl problemx xs que no sx entiendx muchx lx que escriben y es de difícil lecturx pxrx quienes pretendemos enterarnxs pxr fxvxr. Jx jx jx jx jx jx.

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  3. Oscar Waldo Martínez

    Lamentablemente situaciones como ésta no sólo se dan al interior de la UNAM. En toda la sociedad mexicana nos encontramos innumerables ejemplos en donde la deshonestidad y el manejo de influencias son monedas de cambio usadas con total impunidad. Cambiar este comportamiento requiere de acciones conjuntas que yo creo deberían nacer en los centros de estudio como la UNAM el IPN creo que está muy bien que se sientan orgullosos de sus logros pero al mismo tiempo deben de tener una visión autocrítica y de señalamiento para no permitir que sus propias autoridades dejen pasar de largo actitudes y acciones fuera de ética y reglamento. Formar profesionistas honestos es también una misión que, de cumplirse, a futuro cambiaría necesariamente a la sociedad en su conjunto.

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  4. Ignoro si el uso de la X sea una nueva forma historiográfica de escribir. Cualquier crítica empieza por lo que y cómo se escribe.
    Compañera, enfoque sus baterías más alto, no se quede en los grupos académicos, digamos, apunte a Rectoría y haga su análisis. Se sorprenderá notoriamente. Y no se quede en lo que ya todo el mundo conoce de sobra.

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  5. Evidentemente. Yo pregunto ¿por qué el nombre de Álvaro Matute no ha aparecido una sola vez en los artículos de este tan progresista sitio? ¿será por el poder que tiene como ex-miembro de la Junta de Gobierno? ¿sería por su nueva posición de poder en Históricas? ¿será que los progres también se doblan ante el muro del «cacicazgo académico? A ver Aurora, está bien que los especialistas no tengan que ser expertos en todos los temas de las tesis que leen ¿pero es posible que tan connotado historiógrafo no se haya dado cuenta de que la tesis que leyó y que luego prologó como libro plagiara a Robert Darnton? Claro que es posible, porque justamente en eso consiste el cacicazgo académico. Pero si tu misma defiendes «la posibilidad de que lxs tutorxs sean llamadxs a la rendición de cuentas», todo lo demás sale sobrando, hasta las concesiones que le haces a Salmerón, porque no se pueden defender las dos posturas al mismo tiempo, eso es antimarxista. Salud.

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  6. Estoy de acuerdo con Chalo.

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