Historia contemporánea Reforma

Elucubraciones monárquicas

por Pedro Salmerón Sanginés *

Las ficciones históricas pueden ser sumamente divertidas. Por ejemplo: puesto que se perdió la guerra contra los franceses —como afirman categóricamente Juan Manuel Zunzunegui y Macario Schettino  (véase aquí mi texto de La Jornada al respecto)—, hay que asumir que vivimos en un protectorado francés (del que probablemente nos habríamos liberado a mediados del siglo XX, como hicieron vietnamitas y argelinos: tendríamos entonces que contar la guerra de liberación del siglo XX) o acaso en una monarquía constitucional. Quizá la subordinación económica al imperialismo se habría dado bajo la égida de un monarca de la casa de Habsburgo y no de un presidente oriundo de Oaxaca, y quizá el grito de guerra de Zapata y Villa habría sido entonces “¡viva la república!”

Imaginemos entonces dónde o cómo fue barrida la resistencia republicana en, pongamos, 1864-1866. ¿Habría tenido éxito la traición de Vidaurri? ¿Una fuerza confederada cruzó el río Bravo y aprehendió a don Benito en Paso del Norte para entregarlo como regalo de navidad al austriaco monarca? ¿Don Benito murió de apoplejía y todos los demás —Escobedo, Arteaga, Díaz, Riva Palacio, Régules…— se rindieron, naciendo la paz y el orden en el país? Ahí tienen, señores monarquistas, ensayos interesantes de novela contrafactual que pueden ofrecer a quienes ustedes llaman “su alteza imperial y real” —véase aquí la página de la Asociación Monarquista Mexicana—, don Carlos Felipe María Otón Lucas Marcos de Aviano Melchor de Habsburgo-Lorena y Arenberg, archiduque de Austria, príncipe real de Hungría y Bohemia y, desde 2011, emperador titular de México.

Pregunto a los monarquistas: ¿no renunció expresamente el archiduque Maximiliano a todos sus derechos al trono austriaco y a sus títulos derivados del mismo, como era costumbre obligada entre las casas reinantes cuando un príncipe subía a un trono que no le correspondía por nacimiento?, ¿por qué entonces su ilustre descendiente —aunque en línea lateral— puede aspirar a los cargos de archiduque y príncipe real?

Edouard Manet, "La ejecución de Maximiliano" (1967). Staatliche Kunsthalle, Mannheim
Edouard Manet, «La ejecución de Maximiliano» (1867). Staatliche Kunsthalle, Mannheim

Las elucubraciones monarquistas podrían ser muy divertidas. En efecto, cada quién es libre de ejercer el pasatiempo que le plazca: hay quien colecciona timbres postales, hay quien lee las cinco mil páginas de Juego de tronos, hay quienes reconstruyen a escala el Victory o el Bismarck,  hay a quienes les gustan el trompo y la rayuela. Así que, ¿por qué no va a haber quienes se dediquen a dirimir linajes, líneas de sucesión y escudos nobiliarios? Sin embargo, partiendo de las páginas y las argumentaciones monarquistas cuya base son las hagiografías de Agustín de Iturbide y Maximiliano de Habsburgo, llegamos siempre, rastreando en internet, a páginas que condenan el feminismo, el “proabortismo”, cualquier tipo de movilización social, los sindicatos, la educación laica…

3 comments on “Elucubraciones monárquicas

  1. !Muera la monarquía que desconoció el lesbianismo! !Como feminista lesbiana no me gustan las monarquías! Elida Aponte Sánchez

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  2. Ludwig Nolte

    México sería otro país el día de hoy si sería regido por una monarquía. Ciertamente la República no ha sido la solución a los problemas del 80% la población. Las monarquías, o sus monarcas, se dedican defender al pueblo, nacen para gobernar no nacen para enriquecerse ellos mismos. Nacen ricos. No velan por intereses partidistas que los llevan al poder, ya que nacen en el poder y no tienen deudas políticas con nadie. Eso los hace más independientes. Por otra parte no aprenden a gobernar en el gobierno, ellos nacen y los educan para gobernar. El día que llegan a gobernar ya saben lo que tienen que hacerY no aprenden rompiendo platos como lo hace la democracia mexicana. En términos generales se puede decir que los monarcas no son corruptos, se rodean de los mejores que tampoco son corruptos. Gobiernan por pasión y por vocación, vocación de servicio y no vocasión de poder.

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